Caballeros, bienvenidos a otra nueva y agridulce offseason. Agridulce no porque no disfrute de la offseason, sino por el mal sabor de boca que nos dejó nuestra tradicional y humillante derrota en los playoffs. No sé ustedes, pero ya estoy más que acostumbrado a este tipo de derrotas.
La Dolorosa Derrota en los Playoffs
Sin embargo, no quita que de vez en cuando no hacer el ridículo en playoffs sería de agradecer (toma nota, «ExJefe de Canadá», guiño, guiño…).
Continuismo en los Despachos
Pero dejémonos de lamentos. Por lo pronto, hay que asumir que continuamos otra temporada más con mi innombrable doble de Omar Epps al frente del equipo. Seguro que se habrá empollado otro buen puñado de libros de autoayuda y motivación tipo “Los 7 pasos para ser el Coach más majo” y, por supuesto, los pondrá en práctica. Por cierto, si alguien tiene algún ejemplar del “Cómo preparar partidos y no parecer un zoquete”, que se lo haga llegar a ver si se lo lee y, por casualidad, le da por aplicarlo (yo corro con los gastos).
Tampoco cambian mucho las cosas en los despachos de la planta noble: los Rooney continúan al mando (recordatorio: no deja de ser un negocio familiar de 3ª generación) obsesionados con confundir inmovilidad con continuismo. Esta obsesión, por cierto, además los ha llevado al top de los propietarios más tacaños (conste que no lo digo yo, sino la misma NFLPA tras su encuesta anual).
La Incierta Agencia Libre y el Draft
Con este panorama, nos queda el consuelo de saber que Khan estará revisando (o no, vaya usted a saber) cientos de grabaciones e informes de gente de la que no hemos oído ni hablar, preparándose para su particular cambio de cartas en la agencia libre, que nos venderán como jugadas maestras. La realidad es que da igual. Una verdad absoluta que existe en esta liga es que el draft y la agencia libre tienen más de incógnita que de certeza, y las posibilidades de acertar y dar con un premio gordo son exactamente las mismas que de pifiarla.
En este contexto, no debe sorprendernos que los diferentes “analistos” nos cuelguen otra temporada con récord perdedor… Ay, si la envidia fuera tiña… Spoiler para ellos: conseguiremos otra temporada no perdedora, demostrando de nuevo oooootra vez, que la única verdad de la AFC Norte es que el acero se les atraganta a todos los “animales” divisionales por igual, sean periquitos, perritos o gatitos.
La Apuesta por Justin Fields
Hasta no hace mucho, ese era el acostumbrado y soporífero devenir que teníamos en esta casa. Sin embargo, de un tiempo a esta parte, hay una parte de la fauna mediática que insiste en alterar este sopor colocándonos como QB a cualquiera que termine su contrato. A ver, periódicos y clicks hay que vender, pero más allá de que estos nombres que suenan sean más o menos “momios” y sin entrar a valorar si sus últimos coletazos de football son realmente la fórmula para llegar al 7º anillo, esto nos pasa porque siguen (y seguimos nosotros también) sin aceptar el hecho de que los QBs franquicia no llueven del cielo.
Así que, antes de que nos endosen a Mr. Ayahuasca u otras viejas glorias (ya alguna no tan gloria), tengo que darles una noticia: ya tenemos en casa un QB sobre el que preparar nuestra travesía hasta volver a encontrar a nuestro QB estelar (recordatorio para los impacientes: 21 años pasaron entre la retirada de Bradshaw y la llegada del mesías de acero) y ese no es otro que Don Justino Campos. Sí, lo sé… no lo tenemos propiamente dicho, pero eso no quita que ahora mismo sea la opción más sensata.
Antes de seguir, aviso a navegantes: en lo que a College se refiere, soy “Buckeye” y eso implica que me he tragado todos sus partidos con el uniforme de la estatal de Ohio y, por desgracia, alguno en los Bears. Y déjenme decirles una cosa: estaba “acongojadito” con la idea de verle a los mandos de nuestras huestes. Pero mira tú por donde, este Fields al que le confiamos los mandos mientras se recuperaba el Wilson veterano, ha sido un Fields muy distinto al que recordaba. Y no me importa reconocer que estaba equivocado. Este Fields es más maduro, más trabajador, más consistente y, además, ha sabido ajustar y dar con el punto de liderazgo correcto, adaptándose y encajando en un entorno que no iba a orbitar sobre su figura.
Dada esta evolución, invertir en su talento y darle un contrato justo no solo podría fortalecer al equipo, sino también enviar un mensaje claro de confianza y compromiso hacia él que seguro contribuirá a su motivación.
Teniendo en cuenta a cuánto cotiza el kilo de QB estrella, invertir en un contrato de 4 años por 100 millones, con 60 garantizados, sería un riesgo calculado nada descabellado y cuyo riesgo coste-beneficio, a poco que salga bien, puede llegar a ser un auténtico chollo. Al fin y al cabo, es un jugador que ha demostrado la tenacidad y el talento para llevarnos lejos.
No olvidemos que un unicornio rosa es potencialmente más fácil de encontrar que un quarterback franquicia, y especialmente en nuestra situación, donde nuestra prolongada y exasperante apuesta por el conformismo resultadista nos condena a encomendarnos a la diosa fortuna para que guíe a nuestros scouts en la búsqueda de talento generacional en tierra de nadie (no solo de QBs se vive).
Yo, por mi lado, estoy encantado con haberme equivocado con el Señor Campos y el GM cuñadista que llevo dentro no se lo pensaría mucho más (cuanto antes firmemos, más baratito será). ¿Y ustedes, caballeros?
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