“…La noche, como casi todo el viaje llegado este punto, transcurrió en una nube entre el sueño, el cansancio y el cúmulo de emociones vividas, mi cuerpo empezaba a notar el paso de los días como consecuencia de las pocas horas dormidas debido a la tensión de, como digo, todo lo vivido y ocurrido hasta el momento, ni el café solo, largo y aguado de la mañana, me revivía…mi mente no paraba de disparar datos en cada conversación con Javi y el resto, tratando de fijar la concentración y retener en la memoria cada segundo, algo que parecía imposible, solo el chute de adrenalina por todo ello y lo que quedaba de trayecto por delante me mantenía despierto en la furgoneta, porque en parte, aún no creía que todo esto, no hubiera sido más que un sueño…”
El día amaneció soleado en Pittsburgh, aunque al norte, unas nubes altas con forma extraña, que eran arrastradas y estiradas por el viento, auguraban un cambio en el clima, eso y un simple vistazo a la aplicación del móvil confirmaron mis sospechas de que Ohio no iba a recibirnos con sus mejores galas, hasta el momento, habíamos disfrutado de un final de verano espectacular en Pensilvania, con medias de más de 20 grados a finales de Septiembre, nuestra indumentaria de toda la semana habían sido camiseta y pantalones cortos, gafas de sol, gorra, chanclas…
Nueve, eran nueve las almas que unidas bajo los mismos colores negro y oro se trasladaban en una furgoneta Ford automática por una carretera secundaria del estado de Ohio, dirección a Canton, al museo de la fama, el “Hall of Fame” (HoF) y más allá, en un viaje de ida y vuelta desde Pittsburgh hasta el templo donde descansan los dioses de la NFL para seguidamente adentrarnos más, aún si cabe en terreno rival, hasta las orillas del lago Eire, donde una jauría nos esperaría hambrienta. Por el camino, las risas envueltas en corridos mejicanos de moda, unidas a algún nutriente de un área de servicio perdido de la mano de dios y el sentimiento de que dicho viaje iba llegando a su fin en poco más de 24 horas se mezclaban entre nosotros con distintos resultados, unos pagaban el peaje cerrando los ojos y a nuez partida descansaban sus mentes, otros configurábamos el equipo titular de la siguiente jornada, y en general, todos en algún momento tatareamos o cantamos a pleno pulmón, las dichas y desdichas de Javier de los llanos…
Y así, tras circular unas horas a través de un llano y verde paisaje lleno de pequeñas lagunas, casas bajas estilo rancho, bosques, múltiples cuadras de ganado vacuno y pick-ups gigantes, apareció ante nosotros el cartel de “Hall of Fame Village”, un poco más allá, otro cartel gigante anunciaba los inducidos al museo del año, la clase del 2022, la zona no me pareció especialmente espectacular, pero si diré que alrededor y previo al edificio hay sito varios campos de futbol americano donde cualquiera puede lanzar un ovoide si lo tiene a mano, uno de esos emparrillados es el famoso Tom Benson, donde se juega el partido de las estrellas que inaugura las temporadas, evidentemente allí no tienes acceso, al bajarnos de la furgoneta a las puertas de museo el viento helado del norte nos abofeteo en la cara de nuevo, justo junto al casco gigante que te da la bienvenida…primeras fotos y entramos al Valhalla…
Una vez pagada la entrada, comienza un espectáculo para los sentidos, todo lleno de carteles, colores, fotos, murales, exposiciones, enseres, vestimentas, videos, equipamientos, objetos con los que interactuar, bustos, trofeos, anillos de campeonato, contratos, discursos, cine, etc., etc., que impregnan el aire de historia, no solo de un deporte, sino de toda una nación llena de sueños de grandeza y sufrimiento que pasaron a formar parte del ADN del pueblo norteamericano, todo aquello que nos cuentan es verdad y está en Canton, todo reunido para el disfrute de todos, si eres un apasionado de este deporte has de visitarlo alguna vez en tu vida, se me pone la piel de gallina…Allí dentro, sin quererlo, nos dispersamos, cada uno de nosotros trazo su rumbo en la búsqueda de nuestra propia experiencia particular, yo les narraré mi experiencia…
“…de vez en cuando se oía a alguien gritar, ¡eh fijaos, es la camiseta de Elway!, ¡mirad la de Brady!, ¡Marino!, ¡Bradshaw!…Para empezar, el vestíbulo te recibe con una exposición de fotografías tomadas a lo largo de los años, que no son más que espectaculares robos del tiempo llevados a papel y congelados para la historia a través del ojo fotográfico de su autor, algunos ejemplos en los que me fijé son, Big Ben escapando con un stiff arm bajo la lluvia del sack de Ralph Brown, otra fotaza de Aaron Donald llegando a Drew Brees por la espalda para derribarlo cual león a una gacela Thomson, a T.J. Watt en el aire volando, más que saltando, a su salida al campo en lo que es ya una tradición y así, toda una exposición de verdaderos momentos. En el centro y antes de pasar al corazón del museo preside la entrada un Rolls Royce descapotable de color granate ¿les suena?, seguido, una ligera rampa te hace despegar con un mural donde alineados están pintados Jerry Rice, Reggie White, Lawrence Taylor, Anthony Muñoz, Joe Montana, Walter Payton, Joe Greene, Deacon Jones, Jim Brown, Calvin Johnson, Sammy Baugh, Don Hutson, Jim Thorpe…ellos son quienes te introducen al museo donde comenzando en orden cronológico se describe, como digo, toda la historia de este deporte, de repente, una voz me despierta de mi ensoñación…¡hey! excuse me young, ¡here we go Steelers!…”
Antes de continuar con el relato un poco de historia de lo que significa el “Hall of fame” dentro de lo que hoy es la “industria” de la NFL y por ende para una pequeña población como Canton. Por si no lo saben, la Liga Nacional de Futbol como tal, nació en Canton, Ohio, y así reza en uno de los muros dentro del mismo HoF y es que, el 17 de Septiembre de 1920, representantes de 10 equipos, cansados del desastre y las complejidades de mantener unas reglas estables dentro de las competiciones existentes se reunieron en Canton, más concretamente en el concesionario de coches del presidente de los Canton Bulldogs, George Hay, lo que dio como resultado la formación de la Asociación Estadounidense de Futbol Americano, que dos años más tarde pasó a llamarse Liga Nacional de Futbol.
Además de esto, el primer presidente de la NFL en 1922 fue nada más y nada menos que Jim Thorpe, medallista de oro olímpico, quien había jugado para los Canton Bulldogs desde 1915 (primer equipo en ganar dos campeonatos y consecutivos de la APFA), en un principio la sede de esta liga iba a estar situada en Latrobe, Pensilvania (sí, la localidad donde los Steelers realizan su pretemporada), pero estos dos hechos, sumados a la presión que la ciudad de Canton hizo desde 1959 primero, a través del “The Canton Repository” (periódico local), segundo, de los ciudadanos, que tras una recaudación pública juntaron casi 400.000 dólares de la época para ayudar en la construcción, y por último, de los funcionarios públicos de Canton con la donación de unos terrenos para la causa, todos estos hechos, marcaron el destino de la sede del HoF en Canton y así el 11 de agosto de 1962 quedaba inaugurado el edificio principal, para abrir de manera oficial sus puertas al público el 7 de septiembre de 1963…
Son muchas las historias como digo desde entonces, convirtiéndose en un museo interactivo por el que pasan 200.000 personas al año y por el que hemos pasado más de 10 millones de personas, a su vez, en esta liga, han jugado más de 36000 jugadores, de los cuales, solo se han inducido 371 (con los 9 de este año 2023) y de ellos, hasta la fecha, 29 Steelers, lo que da muestra de la magnificencia de vestirse la famosa “Haggar Gold” (chaqueta dorada personalizada hecha por la prestigiosa marca), destaca sobre manera, para mi gusto, la galería del Salón de la fama donde descansan los bustos de bronce de los inducidos ya sean jugadores, entrenadores, dueños y colaboradores, pero hay infinidad de detalles para el disfrute, todo esto que les cuento son datos de la página oficial del salón de la fama al alcance de cualquiera, la experiencia de vivirlo es y será individual, y en mi caso muy entrañable…
“…Hey, disculpe joven, vamos Steelers…” al escuchar esto, cualquier aficionado de los Steelers se gira, este dónde este, y responde “here we go”, mi sorpresa fue encontrarme justo detrás con un anciano con un andador que me seguía tratando de llegar a mí, yo en ese momento no lo sabía, pero sería uno de los momentos más chulos y entrañables del viaje. Y es que, la vida te da sorpresas en cualquier momento, esperé a que me alcanzara y comenzó a caminar junto a mi explicándome cosas, educadamente le dije que por favor fuera más despacio ya que por mí nivel de inglés era complicado seguirlo y más con ese acento, me presenté y él gustosamente me ofreció la mano, su nombre, escrito en una plaquita que llevaba en la camisa era Floyd Breit, tenía delante ante mí a un voluntario del HoF, sí, una persona que desinteresadamente entrega su tiempo por expandir y explicar la leyenda de este deporte, pero no era un voluntario cualquiera…
“…mi nombre es Floyd Breit, tengo 95 años y llevo más de 20 trabajando aquí…“wow, that´s awesome”, le contesté, no sé si notó el brillo en mis ojos (como le ocurrirá a la mayoría de la gente que entre al museo, que quedamos abrumados ante tanta historia), o que realmente el tipo quería charlar, pero me detuve cinco minutos (para no perder al resto) y me preguntó por los Steelers, en principio creía que la pregunta era más por cortesía que otra cosa, además, era jueves ya, el domingo pasado acabábamos de perder el primer partido de la temporada ante los Patriots de Bellichick…“la primera vez que los veo en directo en mi vida y pierden”…le dije, así que bueno, me esperaba algo de sorna y más en Ohio, pero no…
”¿quieres que te dé un dato sobre tus amados Steelers que tiene que ver con el HoF?”, esto me descolocó, pensé en decirle que ya sabía que había 29 bustos en la galería y que me encantaba investigar y escuchar historias grabadas a negro y oro, pero le deje hablar… en 5 minutos ya había hablado yo bastante, (como si eso fuera nuevo…), le había contado todo lo que pude sobre lo que había vivido, “le di la mano a Ben Roethlisberger y a Najee Harris” le conté…
Floyd pacientemente ante mi ansiosa manifestación de charlar en inglés, espero su turno y me dijo” sé de qué me hablas, por eso estoy aquí, esto es mi vida…” y del bolsillo, con una mano temblorosa saco una pequeña libreta, pasó un par de hojas con garabatos y llegó a una donde estaban escritos tres números…” mira” me dijo…” estos son los tres números que nunca han sido llevados al salón de la fama, los últimos… ¿qué te dicen? …” evidentemente en cuanto mis ojos los vieron supe de qué me hablaba, “really?” le pregunté, “totalmente, como que me llamo Floyd” …contestó…mi admiración creció más en ese momento por ese anciano tan entrañable, Floyd, gracias, vaya dato más curioso e increíble, al menos dos son nuestros… él sonrió como el profesor que entiende que acaba de trasmitir su sabiduría al alumno y agradecido por la charla, con un par de fotos y un abrazo fraterno nos despedimos deseándonos suerte, salud y por su parte un feliz viaje de vuelta a España…
El paseo continuó por diferentes salas donde puedes interactuar con multitud de objetos, ponerte un casco y escuchar los audibles (no desvelaré de quién para que vayan y lo comprueben)…, probar a que te golpeen con unos “pads” puestos, comprobar el tamaño de tus manos con algún ilustre o ver como alguno de los presentes entraba entero en las molduras a tamaño real de las piernas de Jerome Bettis, Leonard Davis y Gilbert Brown, la tarjeta del draft de Kenny Pickett, para rematar un cine que gira 180 grados para ver en dos salas distintas el resumen documental de la final de campeonato del año anterior (sí, el/la Superbowl) y por último, como no podía ser menos en USA, una tienda gigante para que gastes en merchandising, y es que, como les decía previamente la NFL es una “industria” y el Hall Of Fame es su parque de atracciones… con una hora por delante hasta llegar a Cleveland al First Energy Stadium, aún nos quedaba una dura y larga jornada (más de lo que pensábamos), pero eso…eso, es otra historia…
Días más tarde, en casa ya, viendo la jornada en el Game Pass, sin tener claro todo lo que había vivido, salté del asiento al ver a Floyd en el anuncio del Hall Of Fame, mira Angela es Floyd, y los números vinieron a mi cabeza…97, 90 y 69…y al menos dos, son nuestros…
Here we go Steelers.
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