Durante este febrero vamos a echar de menos el escaparate de la NFL Scouting Combine, donde los jugadores universitarios realizan pruebas físicas y mentales frente a los entrenadores de la NFL. En un ritual que cada año atrae a más gente, y que gana relevancia de manera exponencial.
Llegados a estas fechas siempre me viene a la cabeza la figura de Jack Butler, pero ¿por qué?
John Bradshaw “Jack” Butler, oriundo de Pittsburgh, nunca jugó al football en la escuela secundaria, quiso seguir los pasos de su hermano Tom y asistió a un seminario de preparación para el sacerdocio en Niagara Falls, Ontario. Art Rooney Sr., que era amigo de Patrick Butler, el padre de Jack, le recomendó que ingresara en la Universidad St. Bonaventure.
Una vez allí, el director deportivo de la universidad se puso en contacto con él y le contó que en su juventud en Pittsburgh había jugado al football con su padre, y que fue un buen jugador. No tardó en convencerle para que probase en el equipo de la universidad. Ese director deportivo no era otro que el padre Silas “Dan” Rooney, hermano de Art Rooney Sr., dueño de los Pittsburgh Steelers.
Durante su estancia en la universidad creció en Jack el amor por el juego, que solo fue en aumento a lo largo de su vida. Consiguió el puesto de receptor y se desempeñó con soltura, a pesar de su escasa experiencia previa, pero cuando acabó su periplo universitario, nadie se interesó por el joven Butler en el draft.
El padre Silas convenció a su hermano para que le hicieran una prueba, y Jack se dejó la piel. Por méritos propios, formó parte de los entrenamientos del equipo, en un principio, como receptor abierto. Teniendo en cuenta que en aquella época los Steelers jugaban con un ala única, pronto lo cambiaron al ala defensiva, donde finalmente entro en el equipo para la temporada de 1951. En el tercer partido de la temporada, un back defensivo se lesionó y Butler entró en su lugar.
En su segundo partido en la posición, en la primera pelota que tocaba, devolvió una interceptación de 52 yardas para un touchdown. Ya nadie consiguió quitarle la titularidad. Durante su temporada de novato, acabó interceptando a los QB rivales en 5 ocasiones, para 142 yardas y el mencionado touchdown. Para la temporada de 1952 sumó otras 7 interceptaciones.
En 1953 tuvo una actuación memorable frente a los Washington Redskins, cuando interceptó el ovoide en cuatro ocasiones, una de ellas para el touchdown de la victoria. Un récord de interceptaciones en un solo encuentro que nadie ha superado, y que solo un puñado de jugadores han igualado.
A pesar de registrar 25 interceptaciones en sus primeras cuatro temporadas, no fue seleccionado para el Pro Bowl hasta después de la temporada de 1955, curiosamente la única temporada de su carrera en la que no interceptó ningún pase.
Después de 9 temporadas en las que acumuló 52 interceptaciones, 102 apariciones consecutivas como titular, cuatro selecciones para el Pro Bowl, todo acabó de forma abrupta, el 29 de noviembre de 1959 frente a los Philadelphia Eagles en el Forbes Field, tras una lesión espantosa tras chocar su rodilla con la de Pete Retzlaff, cuando el balón estaba lejos de ellos.
La lesión fue devastadora y además se agravó por culpa de una infección por estafilococos, que casi le cuesta la vida. Después de retirarse forzosamente antes de tiempo, los recién creados Buffalo Bills de la también nueva American Football League, lo ficharon como entrenador asistente, pero debido a los problemas de su maltrecha rodilla, tuvo que abandonar.
Jack Butler se negaba a dedicarse a otra cosa que no fuera su amado football, y tras hacer trabajo de scouting para los Steelers, encontró acomodo en BLESTO, que fue la primera organización de cazatalentos de la NFL. Con sede en Pittsburgh, fue fundada en 1963 como LESTO (Lions, Eagles and Steelers Talent Organization). Pasaría a llamarse BLESTO cuando al año siguiente se unieron los Bears. Más tarde llegarían los Vikings, y se llamó BLESTO-V. Bills, Colts y Dolphins llegarían para 1971. Ahora se llama simplemente BLESTO, a pesar de que los Bears y los Eagles ya no son miembros.
Además de la mencionada BLESTO, se crearon otras organizaciones de cazatalentos como fueron CEPO (Colts, Browns, Packers, y Cardinals), que pasó a llamarse United Scouting después de unirse Falcons, Giants y Redskins. Ahora se conoce simplemente como The National, y da cabida a 18 franquicias.
Otra organización fue Troika, lanzada por los Cowboys, Rams y 49ers. Pasó a llamarse QUADRA cuando se unieron los Saints.
Todo este lío de organizaciones ha quedado en dos, que son BLESTO y The National, dejando a seis equipos fuera de ellas, y que tienen a su propio personal de exploración interno (Ravens, Bears, Browns, Colts, Raiders y Patriots).
Resumiendo mucho, todo el trabajo hecho por dichas organizaciones, ha dado como fruto lo que ahora conocemos como Combine.
Jack Butler pasaría 45 años en BLESTO, como director ejecutivo y presidente, en los que revolucionó la forma en la que la liga evalúa el talento. En todos los años que estuvo como director, formó a cientos de exploradores entre sus muchas funciones. Entre ellos, el actual gerente general de los Steelers, Kevin Colbert, que se unió a la BLESTO de Butler en 1984.
Desde aquel fatídico 29 de noviembre de 1959, Jack Butler tuvo dolor en su rodilla durante todos los días de su vida. Tuvo muchas cirugías, y ambas rodillas le fueron reemplazadas por prótesis. Caminó cojeando durante más de medio siglo. Art Rooney Jr. contó que “estábamos cenando y le dije ‘Jack, si tuvieras que hacerlo de nuevo, con el dolor que estás sufriendo, y todas las cosas que te has perdido, ¿no lo harías verdad?’” “Dijo: ‘Jugar al football fue lo mejor que me pasó en mi vida. Si pudiera salir hoy y ponerme el traje, lo haría’”.
Tuvo que esperar 53 años para ser incluido en el Hall of Fame, en el 2012. Se unió entonces a un montón de QB a los que interceptó durante su carrera, como fueron Sammy Baugh, Johnny Unitas, Otto Graham, YA Tittle y Norm Van Brocklin.
Estaba exultante, dijo: “Nunca imaginé estar aquí en Canton”, “Estoy agradecido de estar aquí”. Menos de un año después de su incorporación, Butler murió a la edad de 85 años.
Jack no paró de luchar contra la misma infección de estafilococos que acabó con sus días como jugador, y según contó su hijo Mike Butler, que es scouting de Steelers en la actualidad, “cada seis o siete meses, la infección volvía a causarle problemas”, “La noche que murió, se tomó una cerveza y se fue a dormir. Nunca se quejó, nunca dijo nada acerca del dolor”.
Un auténtico hombre de acero, que dejó una impresión duradera en aquellos que lo vieron jugar durante la década de los 50.
Cada vez que llegan estas fechas, y veo a los chicos en el combine, siempre me viene el recuerdo de Jack Butler. Y espero que estas líneas ayuden a que muchos otros se acuerden de él, porque se lo ganó.
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