Spoiler alert: yo no juego bandera, ni tochito, ni equipado, yo juego volleyball.
Entonces, ¿por qué me gusta tanto el Americano?
Fácil, por mi familia. Mi hermano Marco jugó desde Juvenil en los Comanches de Atizapán (México) y cada fin de semana nos preparábamos para la fiesta en el campo. Ver a mi hermano jugar y poder apoyarlo se convirtió en una de mis cosas favoritas. Desde entonces me fui metiendo más y más a entender al cien este juego y a apasionarme.
Más tarde Marco fue seleccionado para jugar becado en el Tec de Monterrey campus Estado de México como liniero ofensivo. La pasión fue creciendo y creciendo al punto en el que no importaba dónde jugara, íbamos toda mi familia a todos los juegos.
Al final de su carrera, estoy orgullosa de decir que Marco fue campeón del mundo en el Mundial de Fútbol Americano en Suecia.
Hablar de esto me da nostalgia ya que amaba que llegara el GAMEDAY. Preparar las gradas con carteles de apoyo, ponerme el jersey de mi hermano, disfrutar cada jugada con toda la emoción (lloviera, nevara, quemara el sol), y, ¿por qué no? También consolar al equipo cuando perdían.
Estoy hablando de un deporte que une familias, que genera familias, que ES una familia.
Ahora… ¿Por qué Steelers? También fácil: por mi mamá. Mi madre es fan de los Acereros desde que tengo memoria, al contrario de mi papá y mi hermano que lamentablemente son Vaqueros. Con mi mamá me sentaba a ver los juegos de los Steelers y a aprenderme cada nombre y cada jugada, y ella me contagiaba su emoción.
Ella es la que me inculcó a este equipo, pero después el equipo me atrapó con su historia. No sé si les pase, pero cuando veo los colores, veo el estadio, veo un juego o a algún jugador, siento una familiaridad inexplicable que me ata a este equipo y que no me suelta ni me soltará.
Uno de los mejores días de mi vida fue la primera vez que pisé Heinz Field, me sentí en casa. Mi mama y yo fuimos a Pittsburgh a festejar nuestro cumpleaños (cumplimos el mismo día). El ambiente del estadio, la ciudad, poder ver de cerca a mis ídolos y verlos en acción reforzó en mí los colores.
Siento que podría escribir páginas y páginas pero siento que la mejor explicación es que esto es como una relación amorosa. Hay días en los que puedo estar de acuerdo o no con sus decisiones en el campo o en el roster, puedo unos días estar muy feliz por que ganamos y otros días encerrarme en mi cuarto por que perdimos pero ahí sigo y seguiré leal, “Rain or shine”.