En el último partido, frente a los Seattle Seahawks, nuestro capitán, Cam Heyward, logró su sack nº 60 en la NFL, que le sirvió para empatar en el quinto lugar de todos los tiempos en la historia de los Steelers. El líder histórico de sacks de la franquicia es James Harrison con 80.5, le siguen (extraoficialmente, ya que la estadística oficial se implementó en 1982) L.C. Greenwood con 78 y Joe Greene con 77.5.
El cuarto lugar es para Jason Gildon con 77 y el hombre con el que empata a 60 en el quinto puesto es Joey Porter.
Heyward se “sintió honrado de estar empatado con un tipo como Joey Porter, al que respeto, es una leyenda para mí”.
Los números de Heyward tienen muchísimo mérito, ya que juega de defensive tackle y tiene que lidiar con dos o tres jugadores en su camino hacía el quarterback rival, en cambio, Porter se desarrolló como linebacker. Pero no es la única diferencia entre ambos jugadores, ya que el comportamiento de Heyward dentro y fuera del campo es ejemplar, en cambio, Joey Porter…
Porter comenzó a jugar al football en Foothill High School en Bakersfield, desempeñándose como receptor y corredor, y lo hacía bastante bien, ya que se convirtió en uno de los mejores del estado. Llegaría a la universidad de Colorado State, dónde jugaría en un principio como H-back para pasar a la defensa en su tercer año. Al llegar a la defensa fue donde realmente encontró su lugar en el equipo, y tuvo un último año espectacular.
Cuando preguntas a Porter por su participación en la Combine, se dibuja en su rostro su típica sonrisa picarona. En sus propias palabras, “fui a una universidad pequeña y finalmente pude ponerme en el mismo escenario que los grandes nombres”, “siempre quieres saber dónde estás, si estás al nivel de los grandes”, “muchos de ellos no se presentaron, y yo estaba desanimado por eso”.
Porter se salió en la combine, logró correr las 40 yardas en 4.68 segundos y obtuvo 27 repeticiones con 225 libras en el press de banca. Sus números fueron lo suficientemente buenos como para que los Steelers se fijaran en él, y lo eligieran en la tercera ronda del draft de 1999, con la selección global nº 73.
Durante la pretemporada, Porter fue noticia por usar el número 95, siendo el primero que lo usaba desde la retirada de Greg Lloyd, para dejar el número justo antes de la temporada y usar el 55, “para desarrollar su propia identidad”, y también porque su ídolo de la infancia fue Junior Seau.
En su primer año como acerero se desempeñó principalmente en equipos especiales, pero fue cogiendo más relevancia a medida que fue transcurriendo la temporada. El primero de sus 60 sacks llegaría contra los Cleveland Browns y su QB Tim Couch.
Formó en el año 2000 una dupla letal con Jason Gildon, y acabó la temporada con 10.5 capturas. Se empató un récord de la franquicia, al conseguir 24 capturas como dúo. Acabaría el año con unos números impresionantes, y con el cariño de los fans, que en Pittsburgh son amantes de los tipos duros, eso se sabe.
Además, ese mismo año, contra Cleveland Browns, Joey Porter placó al punter, Chris Gardocki, una vez había pateado el balón, y el pobre de Chris quedó inmóvil en el suelo. Al levantarse lanzó su dedo corazón hacia la banda de Bill Cowher, justo cuando era enfocado por las cámaras de televisión, lo que le costó después una multa de 5000 dólares. Es curioso que Gardocki, acabaría jugando en los Steelers junto a Porter, y hasta se puso un anillo en el dedo tras la Super Bowl XL.
Durante esos primeros años de la década, Porter tuvo actuaciones descomunales, que le sirvieron para llevarse el premio al jugador defensivo de la semana en más de una ocasión y ser elegido para el Pro Bowl en 2002, 2004 y 2005.
Ese año 2005, Joey Porter hizo una temporada extraordinaria para ayudar al equipo a llegar a la Super Bowl XL frente a los Seattle Seahawks. La organización le pidió a Porter que tuviera la boca cerrada durante los días previos al partido, pero no pudo contenerse. Jerramy Stevens, de los Seahawks, tuvo la osadía de meterse con Jerome Bettis, y el bueno de Porter le contestó adecuadamente:
“Debería conocer su papel. No ha hecho nada que haga que nadie le tema, mientras que Jerome es un miembro del Salón de la Fama y todo el mundo lo conoce. Mientras tanto, este tipo es casi un fracaso de primera ronda que apenas hizo algunas jugadas este año. Tiene el descaro de decir lo que Jerome no va a hacer cuando no va a ser el factor decisivo, ya sea que eso suceda o no, me aseguraré de que no tenga nada que ver con el resultado del juego”.
Uno de los momentos más emotivos de la Super Bowl XL fue cuando Jerome Bettis salió corriendo desde el vestuario, totalmente sólo, recibiendo una gran ovación en su ciudad natal, Detroit, y fue Porter quien organizó el engaño, con la bendición de Bill Cowher. En palabras de Porter: “Quería que tuviera todo su brillo, hoy era el día de Jerome Bettis”.
Tras la victoria, Bill Cowher entró al vestuario del Ford Field y se encontró con una nube de humo, allí estaba Porter fumándose un puro, a pesar de que el estadio de Detroit es un lugar libre de humos, que más daba, habían ganado. «Ganas un Super Bowl», le dijo Porter a Cowher, «así es como actúas».
2006 sería el último año de Porter en Pittsburgh. En el primer partido de la temporada, contra los Dolphins, interceptó un pase de Culpepper en el último cuarto y lo devolvió hasta la zona de anotación, para apuntarse la victoria. Miami no lo olvidó, y cuando los Steelers lo liberaron tras la temporada, estaban ahí para firmarlo por un buen dinero.
En 2007 tendría una temporada llena de problemas físicos, y también extradeportivos. Porter fue acusado de agredir a Levi Jones (OT de Bengals), en un casino de Las Vegas, tras una discusión en una mesa de Blackjack. Porter y varios de sus amigos se liaron a golpes con el jugador de Bengals, por lo que fue multado por la NFL con $ 141,176.
Volvería a su mejor nivel en 2008, donde lo nombrarían para su cuarto pro bowl.
Sin duda, un jugador muy valioso para sus entrenadores, pero que dentro del campo no hacía amigos. En una encuesta realizada a 296 jugadores de la NFL, Porter quedó segundo en una clasificación de los jugadores más sucios. El primer lugar sería para su excompañero Hines Ward.
Su comportamiento en el vestuario dejó de ser ejemplar también. En 2009 fue suspendido por el entrenador Tony Sparano durante un partido, sin que trascendiera el porqué, y al finalizar el año fue cortado.
Su último equipo en la NFL sería los Cardinals, que lo firmaron en 2010. Su primera temporada tuvo números aceptables, pero sus problemas extradeportivos le perseguían. Fue arrestado en marzo de 2010 en Bakersfield, California. Conducía ebrio y fue acusado de agredir a un oficial, y de resistirse al arresto. Las circunstancias reales fueron menos escandalosas que los cargos, ya que le dio un manotazo al policía en la mano, tras lo que salió del coche y se dejó arrestar. Por lo que, una vez estudiada la situación y retirados los cargos, nada le impidió seguir jugando al football.
En 2011 tan sólo jugó seis partidos por lesión. Su tiempo como jugador había llegado a su fin. En julio de 2012 anunció su retirada, y lo quiso hacer con los colores de Steelers, por lo que firmó un contrato de un día para poder hacerlo durante el training camp en Latrobe.
Durante la navidad de ese mismo año, fue de nuevo detenido, luego de pagar $70,000 en el Hard Rock Casino de Las Vegas, con un cheque sin fondos.
Ya en 2013, se enfrentaría a una sonada ejecución hipotecaria, tras no pagar los gastos de su casa en Miami. Todo un desastre fuera del terreno de juego…
El amor mutuo entre Porter y la franquicia de Pittsburgh hizo posible el reencuentro en 2014, cuando fue contratado como asistente defensivo bajo el coordinador, Dick LeBeau. Tras la salida de LeBeau, Porter fue ascendido a entrenador de OLB, bajo el nuevo coordinador, Keith Butler.
Todos recordamos el feo golpe que recibió Antonio Brown por parte de Vontaze Burfict en el juego de wildcard de 2016 frente a Bengals. Pues bien, Joey Porter se metió en el campo y comenzó a increpar a todo el mundo, hasta que Adam Jones lo empujó, lo que significó una penalización para Bengals de 15 yardas, tras lo que Chris Boswell anotó el field goal que daría la victoria a Pittsburgh. Tanto Joey Porter, como Mike Munchak fueron multados con $10,000 cada uno por el incidente. La NFL lanzó una nueva norma, por la que queda expresamente prohibido el acceso al terreno de juego de cualquier asistente. Tan sólo puede entrar el entrenador en jefe, y cuando hay una lesión de un jugador. La norma bien podría llevar el nombre de Porter.
En 2017, volvería a las andadas, cuando fue arrestado en Pittsburgh y acusado de agresión, resistencia al arresto y embriaguez pública.
Es lógico que, en 2018, la franquicia decidiera no renovar el contrato de Porter.
No me cabe duda del amor que los fans de Steelers tienen a Joey Porter, un tipo que lo dio todo en el terreno de juego para nuestro equipo, pero que dejó muchos conflictos y peleas dentro y fuera del campo.
No todos son Cam Heyward…
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