Raymond H. Kemp creció en Cecil, Pensilvania, una región plagada de minas de carbón y granjas. Allí los padres de Raymond intentaron darle a sus hijos la oportunidad de tener un futuro prometedor, pero no fue nada fácil. Tristemente se daba por hecho que los afroamericanos no iban a la escuela secundaria. La mayoría acababa abandonando rápidamente la escuela para trabajar en las minas y así otorgar un respiro a las cuentas de sus familias. La familia Kemp no era una excepción y Raymond fue el único de su familia que tuvo la oportunidad de estudiar en el Cecil Township High School, y lo aprovechó lo mejor que supo. No sólo jugó en el equipo de football, sino que también aprendió a tocar el saxofón y participó en la sociedad de oratoria.
Su capacidad atlética le proporcionó una oportunidad que no todos sus vecinos tuvieron, pero al graduarse en 1926, se unió a su padre en las minas de carbón, en un destino cruel que parecía llevar escrito en el color de su piel. Cuando casi había terminado una larga jornada de trabajo en la oscuridad de la mina, un trozo de pizarra se desprendió del techo y cayó sobre Raymond. El médico que atendió una horrible rotura en su pie, era uno de sus entrenadores en el equipo del instituto, y le recriminó que estuviera en la mina en lugar de buscar la oportunidad de jugar al football en la universidad.
Se recuperó e intentó cambiar su suerte al matricularse en la Universidad de Duquesne, donde coincidió con el entrenador Elmer Layden, uno de los famosos “Cuatro Jinetes de Notre Dame”, que había sido contratado para resucitar el programa de football de Duquesne.
Raymond recuerda que en el primer entrenamiento en la universidad, tan sólo había dos jugadores de color, además de él. Pronto abandonaron y se convirtió en el único jugador de color de su equipo, y no sólo eso, ya que no recuerda haberse enfrentado contra otro afroamericano en todos los partidos que jugó durante los cuatro años que estuvo en la universidad.
Sin duda, el año que pasó en la minas le endureció sobremanera, y se convirtió en un jugador importante, ya titular indiscutible durante su segundo año y recibiendo menciones honoríficas en algunas listas All-American.
El entrenador Layden superó las expectativas y consiguió récords importantes de victorias, en 1928 ganó 8 de nueve partidos y en 1929 acabó invicto. Años más tarde acabaría entrenando a su antiguo equipo de Notre Dame y en 1941 los propietarios de la NFL votaron para que Layden fuese su comisionado.
Un éxito tal, que llamó la atención de Art Rooney, un tipo que había fundado un equipo de football semiprofesional independiente, junto con sus hermanos Dan y James. El JP-Rooneys, antes conocido como Majestic Radios, y que andaba buscando jugadores para su plantilla.
Se acercó a Raymond al finalizar la temporada y le ofreció la oportunidad de jugar al football para su equipo, si es que este mantenía su residencia en Pittsburgh. Ray decidió quedarse en la universidad de Duquesne, desempeñándose como entrenador de línea para Layden, y jugando para los JP Rooneys en su tiempo libre, así como para algún que otro equipo de la ciudad.
En 1933, Art Rooney logró hacerse un hueco en la NFL, y cambió el nombre del equipo por el de Pirates. Raymond Kemp fue alineado en el primer partido en la NFL de los ahora denominados Pittsburgh Steelers, siendo junto a Joe Lillard de los Cardinals de Chicago, los dos únicos afroamericanos de la competición durante aquella temporada.
Ray jugaría en los tres primeros partidos de los Pirates, contra New York Giants, Chicago Cardinals y Boston Redskins. Tras estos partidos, el equipo decidió cortarlo, ya que Jap Douds, que era jugador-entrenador, se desempeñaba en la misma posición y la plantilla estaba limitada a 22 jugadores. Según la prensa, fue Ray quien renunció cuando se anunció que sería suplente.
La NAACP consideró que se trataba de una discriminación, y Walter Francis White sugirió a Ray que presentara una demanda contra el equipo, a lo que Ray se negó, ya que entendió que habría un linchamiento mediático sobre Art Rooney totalmente injusto, ya que fue quien le proporcionó la oportunidad de desempeñarse como jugador profesional.
Tras la marcha prematura de Ray Kemp y después la de Joe Lillard tras la temporada de 1933, la NFL tuvo que esperar a 1946 para volver a tener jugadores afroamericanos en la competición.
La siguiente temporada fue contratado como entrenador en el Bluefield State College, donde en su primera temporada alcanzó un récord de 8-0-1. Esta exitosa temporada fue el comienzo de una dilatada carrera como entrenador durante 39 años de los Bluefield, Lincoln y Tennessee A&I College.
Raymond Kemp murió en 2002 y está bien recordar al que fue el primer jugador afroamericano en vestir la camiseta de una de las franquicias más exitosas de la historia de la NFL.