Este domingo se cumplió el recalcitrante mal fario que persigue a la defensa de Pittsburgh en las ultimas temporadas: una grave lesión amenaza nuevamente lo que hasta la fecha había sido un verdadero espectáculo defensivo. En este caso, nada menos que los ligamentos de la rodilla de Bush. Como no sirve para nada llorar sobre la leche derramada, aprovechemos esta lamentable circunstancia para comentar otro nuevo guiño generacional que esta desgraciada lesión nos pone sobre la mesa.
Cuando en el segundo cuarto del partido contra Cleveland Devin se lesiona, le sustituye Robert Spillane, el segundo RILB del depth chart y undrafteado linebacker de Western Michigan firmado en febrero de 2019 procedente de los Titans, cortado en septiembre del mismo año y refirmado en octubre siguiente.
Pues bien, este mozo de Oak Park, al margen de que ayer realizara una más que apreciable actuación con cuatro tackles (uno de ellos especialmente impactante sobre Hooper) y un assisted tackle, es el nieto nada más y nada menos que de un ganador del Heisman Trophy y del Maxwell Award -el equivalente al Bert Bell Award de la NFL-, así como famer en el College Football Hall of Fame desde 1979, nuestro ex jugador Johnny Lattner.
Halfback estrella de Notre Dame -no en vano era un católico irlandés de misa diaria-, fue elegido por los Steelers en la séptima posición del draft de 1954, una edición verdaderamente magra, en la que el único famer de aquella cosecha fue Raymond Barry, el formidable receptor de los Colts, elegido en el pick #232 nada menos.
Lo cierto es que la extraordinaria carrera deportiva que se le auguraba a Lattner -portada en la revista Time de 1953- se frustró de manera tan inesperada como estúpida. Su temporada de rookie respondió a las expectativas creadas, siendo titular en once de los doce encuentros disputados aquella temporada (terminada con el habitual balance negativo de aquella década), corriendo para 237 yardas y recibiendo para 305, a las que habría que sumar las 413 como retornador, anotando cinco touchdowns y siendo seleccionado para el Pro Bowl. Tras esta primera y prometedora temporada, ingresó a la Fuerza Aérea de los Estados Unidos durante dos años, donde, durante un partido de exhibición, sufrió una grave lesión en la rodilla que le impidió volver a jugar al fútbol profesional.
Retirado de los campos de juego con 24 años, Lattner se volcó en un nuevo futuro profesional, llegando a ser vicepresidente de ventas de PAL Graphics Inc. en Broadview, Illinois y propietario del célebre Johnny Lattner’s Steakhouse en Madison Street de Chicago, donde exhibía su Heisman a la clientela.
Spillane no corre ni como su abuelo ni como Devin Bush. Cuando perdimos a Shazier, los Fort, Bostic, Burnett o Barron no fueron capaces de cauterizar aquella hemorragia. Veremos ahora si Tomlin y Butler dan con la tecla y tienen la pericia de barajar con tino a Spillane, Marcus Allen, Ulysees Gilbert III y al propio Terrell Edmunds para cubrir, otra vez, un vacío irremplazable.