El pasado 15 de enero se cerró el inconcebible círculo virtuoso que se iniciara el día 29 de enero de 1974 en el Hotel Americana de Nueva York, cuando Chuck Noll, y su equipo de colaboradores – Dick Haley, director de jugadores entre 1971 y 1990 y padre de Todd Haley, actual OC en Cleveland y durante cinco años en Pittsburgh y el infalible ojeador Bill Nunn Sr., todos ellos bajo la tutela del “Chief” Art Rooney Sr.- ejecutaron la mejor selección de jugadores de la historia de los drafts, no solo de la NFL, sino de la historia del deporte profesional.
Pero ojo, esa sensacional selección no fue flor de un día, nótese que desde que en 1969 Noll sustituyó a Bill Austin y tomó las riendas de la franquicia acerera –considerada hasta entonces como los Lions de hoy en día, un equipo simpático pero recalcitrantemente perdedor, el cual había demostrado además un pésimo talento en la conformación de plantillas, cortando a joyas como Unitas, Luckman o Dawson-, las selecciones de Noll se habían contado como éxitos absolutos, acreditando un instinto sobrenatural a la hora de efectuar picks: en 1969, el semidios Joe Greene (Hall of Famer); el rey de la zanja de scrimmage Jon Kolb y L.C. Greenwood, un visionario del calzado deportivo (Pro Bowler); en 1970, el divino calvo Terry Bradshaw (Hall of Famer), Mel Blount, cuyo impacto hizo modificar la reglas de cobertura de pase (Hall of Famer) y Ron Shanklin (Pro Bowler); en 1971, el mejor LOLB de la historia, Jack Ham (Hall of Famer); Frank Lewis (Pro Bowler); el sobrio y efectivo Mike Wagner (Pro Bowler); Dwigth White, que jugó la Super Bowl horas después de padecer una severa neumonía y perder ocho kilos (Pro Bowler) y el polivalente Larry Brown (Pro Bowler); en 1972, Franco “Immaculate” Harris (Hall of Famer) y en 1973, J.T. Thomas (Pro Bowler). Es decir, entre 1969 y 1973, Noll reclutó a cinco futuros Hall of Famers, y a otros siete potenciales Pro Bowlers, pero con el valor añadido de que para tamaña proeza, empleó unas selecciones extraordinariamente discretas –salvo para Bradshaw y Green-: #24 para Thomas; #13 para Harris; #34 para Ham, #106 para Brown, #268 para Wagner, #53 para Blount, #104 para Dwight, #238 Greenwood o, finalmente, #56 para Kolb. Es cierto, alguien podrá decirme que en este impresionante recorrido, no todo fue instinto y talento, que también influyó el azar, y con razón puede esgrimirse si no es acaso suerte el dólar de plata de 1921 lanzado al aire por el comisionado Rozelle en un hotel de Nueva Olreans que determinó la primera elección en el draft de 1970 a favor de Pittsburgh en detrimento de Chicago, y que determinó la llegada de Bradshaw a los Steelers y quizá el destino de la franquicia.
En cualquier caso, este asombroso talento para encontrar diamantes en bruto entre los prospectos menos mediáticos, se convirtió en una absoluta locura durante el draft de 1974 cuando, como hemos dicho, de los actuales seis Hall of Famers que surgieron de esa camada de jugadores ¡nada menos que cinco fueron reclutados por The Emperor Chaz!
La temporada anterior, los Steelers habían logrado clasificarse para los playoffs al quedar segundos de la Central, tras Cleveland, con un balance de 10-4, siendo eliminados en el cruce divisional por los Raiders, que pudieron tomarse cumplida revancha de la histórica y dolorosa derrota en el mismo enfrentamiento de la anterior temporada, cuando sucumbieron ante la Immaculate Reception que el 23 de diciembre de 1972 iluminó el Three Rivers Stadium de la mano del debutante Franco Harris. Así pues, en el draft de 1974 les correspondió la selección vigésimo primera. Las necesidades de Pittsburgh eran claramemte identificables en dos puestos: el de receptor, ante la marcha de Barry Pearson y la excesiva dependencia del juego de carrera, y la de linebacker, habida cuenta de la lesión y baja de Henry Davis. Toda vez que tres años antes habían seleccionado a Jack Ham con tan magníficos resultados, Noll consideró prioritaria la elección de un receptor por delante de un LB, descartando a varios de los prospectos de linebackers más solidos del escalafón, como Doug Allen y Steve Nelson, o al gran Matt Blair, empleando su turno en elegir al elegante WR de los Trojans Lynn Swann por delante de otros prometedores receptores como Roger Carr, John Holland o Gerald Tinker, que sin embargo, en modo alguno alcanzaron la excelencia del 88 de los Steelers, que se crecía en las grandes citas, siendo de hecho el primer WR en ser designado MVP de la historia de una Super Bowl (X), y patentando el sintagma “Swann-like” para describir una recepción acrobática y espectacular.
En la segunda ronda, al equipo de Pensilvania le correspondía la elección cuadragesimo sexta, optando ahora sí por reforzar su línea de linebackers, en la que como dijimos, el MLB Henry Davis se retiraba ese año a causa de una lesión y Andy Russell, el ROLB, tenía ya treinta y tres años muy trabajados. Para ello, se optó por un joven mellado de Mantua, Ohio, de quien todos decían que no tenía suficiente envergadura y peso para linebacker y que aparecía en una irrelevante posición en todos los draft mock existentes. El caso es que John Harold Lambert, la cuadragesimo sexta elección del draft de 1974, se convirtió en el mejor linebacker de la historia de la NFL, formando con los citados Ham y Russell la más inexpugnable línea trasera que se recuerda y llevando su dorsal 58 al olimpo de la memorabilia y a su equipo a ganar cuatro anillos en seis años, asumiendo en 1976 el liderazgo absoluto del conjunto cuando Mean Joe Green, Bradshaw o Swann cayeron lesionados, a pesar de lo cual, los Steelers lograron una extraordinaria serie de nueve victorias consecutivas basadas en una infranqueable defensa, concediendo únicamente dos touchdowns y 28 puntos, ganando la X Super Bowl frente a Dallas y siendo “Count Dracula in Cleats” nombrado NFL Defensive Player of the Year. Al margen de los referidos méritos, la esencia de Lambert se puso de relieve de manera paradigmática en su reacción al menosprecio que el safety Cliff Harris dedicó al pateador Ray Garela cuando este falló un field goal en la referida X Super Bowl; cuando le preguntaron a Noll por el incidente, éste dijo: “Jack Lambert is a defender of what is right”.
Sin poder elegir en tercera ronda merced a un trade con Oakland, la siguiente posibilidad de selección de los Steelers alcanza ya el bajo #82 de la cuarta ronda –en la que también seleccionaron con el puesto 100 al DB Jimmy “Spiderman” Allen, que en 1980 grabó el conocido éxito Another one bite de Dust, con los Lions- , en el que Noll considera necesario reforzar aún más el cuerpo de receptores, teniendo en cuenta la necesidad de descargar de presión al juego de carrera, para lo cual eligió, por delante del fenómeno universitario Clint Haslerig, al WR de Alabama A&M, John Stallworth, un joven prometedor pero castigado por las lesiones y que además se mostró lento en las 40 yard dash ante los ojeadores de la NFL, al que sin embargo algo debió ver el mago Noll –mejor dicho, su fiel e infalible scout Bill Nunn Sr.-, cuando sus recepciones han sido durante años la referencia de la franquicia hasta la llegada de Hines Ward, siendo siempre recordado por su recepción en el cuarto periodo de la XIV Super Bowl, cuando transformó la «60-Prevent-Slot-Hook-And-Go» gritada por Bradshaw, en una inolvidable recepción y consecuente anotación definitiva tras su formidable vuelo de 73 yardas, sin que el el Db de los Rams, Rod Perry pudiera hacer nada para impedirlo.
Cuando ya nadie pudiera sospechar que de la chistera de Noll aparecieran más palomas o conejos, nada menos que la selección 125 de la quinta ronda, se convierte en el último bombazo de Pittsburgh. La linea ofensiva formada por Kolb, Davis, Van Dyke, Hines y el center Mansfield, ofrecía buena protección a Bradshaw, pero Noll sabía que la clave de bóveda de la línea, Ray Mansfield, estaba prestando sus últimos servicios a la causa, por lo que consideró oportuno seleccionar en esa quinta ronda al fornido center de Winsconsin Mike Webster quien, tras foguerase a los pechos de Mansfield durante dos años, asumió la titularidad contra los Raiders el primer partido de la temporada de 1976, disputando desde entonces la friolera de 177 partidos seguidos hasta 1986 (record de la franquicia), lo que le valió a Webster el sobrenombre de “Iron Mike” y a formar con Bradshaw una de las duplas más célebres de la historia de la NFL, siendo de hecho el Steelers con más partidos y temporadas de la historia, 220 y 15, respectivamente. Esa extraordinaria longevidad deportiva le pasó una costosa factura tras su retirada, falleciendo a la tempranísima edad de cincuenta años, tras sufrir más de una década de transtornos amnésicos, demencia y depresión generados por la encefalopatía traumática crónica fruto de su carrera como center, un equivalente para su cerebro al impacto de 25.000 accidentes automovilísticos, según informó el forense.
¿Se acabaron aquí los milagros aquella fría noche de enero en Nueva York? En lo que concierne al draft sí, pero en cuanto a selecciones undrafted, aún no. Tras Lynn, Lambert, Stallworth y Webster –¡¿¿se puede pedir más ?!!-, el prestidigitador de Ohio seleccionó fuera del draft a un safety de 22 de años procedente de los Bulldogs de Carolina del Sur, Donnie Shell, quien tras cuatro Super Bowls y cinco Pro Bowls en su palmarés, se convirtió en el segundo jugador con más partidos de la historia de Pittsburg, con 201, tras su colega Webster. Pues bien, como es de todos sabido, el pasado 15 enero, The Torpedo ingresó por fin en la Pro Football Hall of Fame’s Centennial Class of 2020. Discuten los expertos sobre si el Chateau Latour de 1974 es uno de los mejores vinos de la historia. De lo que no hay duda alguna es que con las cinco uvas que vendimió Noll en aquella gloriosa cosecha, se forjó la leyenda de los Steelers merced a la más inolvidable selección de draft habida nunca. Salud!