Andaba discutiendo con nuestro compañero Wane, acerca del corte del QB Josh Rosen, y las posibilidades de incorporarlo al roster de Steelers (finalmente ha acabado en Tampa). Toda vez que se trata de un QB elegido en primera ronda y se le presupone más talento que a los malogrados Hodges y Rudolph, o incluso que el repescado Dobbs. Y llegamos a la triste conclusión de que posiblemente sea la figura de Big Ben quien acabe prematuramente con la idea de incorporar a un QB que pueda hacerle una mínima sombra. Se me ocurrió entonces el paralelismo con la figura de Lionel Messi en el FC Barcelona.
Hablamos de deportistas que trascienden al vestuario y se elevan hasta los despachos. Siendo parte importante en la toma de ciertas decisiones. Y no porque participen en dichas decisiones, o porque acudan a negociaciones. Simplemente por el hecho de que los dirigentes tienen en su mente el posible descontento de estos semidioses, sobre todo cuando se trata de incorporar a ciertos jugadores o la continuidad de alguien del staff.
Pero, ¿Cómo se llega a este empoderamiento de ciertos jugadores?.
Todo comienza con los triunfos.
En el caso de Big Ben, debutó un 19 de septiembre de 2004, tras la lesión del QB titular, y acumuló un récord de 13-0 en temporada regular. Unos números históricos para un novato y que le convirtieron en uno de los favoritos de la afición desde el primer momento. Al año siguiente, conquistó su primera Super Bowl. Había nacido una estrella en Pittsburgh.
Tan sólo un mes después del debut de Big Ben, debutaría Lionel Messi en un partido oficial con el FC Barcelona, el 16 de octubre de 2004. Y marcaría su primer gol contra mi equipo, el Albacete Balompié, el 1 de mayo de 2005. El FC Barcelona ganaría la liga española después de varios años de sequía. Y Messi se convirtió en el jugador más prometedor de la Liga Española.
Ambos jugadores se consagraron en la élite, y repitieron títulos. Y batieron todos los récords de sus respectivos equipos y… ya se han creado los semidioses.
Big Ben y Messi se convirtieron en las grandes estrellas de sus equipos, y aunque a ambos se les achaca que sus éxitos tienen que ver mucho con los maravillosos compañeros de equipo que tuvieron (Polamalu, Iniesta, Xavi, Harrison, Etc). Los favoritos indiscutibles de la afición, son ellos.
Entonces, la prioridad de las directivas es tenerlos para siempre vistiendo sus colores. Y empiezan a pagarles sueldos mucho más altos que a sus compañeros. Y empiezan a intentar contentarles en la medida de lo posible. Y se les empiezan a consentir ciertos comportamientos, y se les empieza a tratar de otra manera. Ellos mismos, Messi y Big Ben, se acostumbran a esto y lo usan en su propio beneficio.
La forma de conseguir sus “caprichos” suele ser unas declaraciones en las que se muestran enfadados, o le tiran flores a sus “amigos” de vestuario para dejar claro que los quieren a su lado. En ese momento, pone en un compromiso muy serio tanto a los entrenadores, como a los directivos, ya que tienen que tomar decisiones, teniendo en cuenta que pueden molestar a sus buques insignia. Son prácticamente intocables, y condicionan a los demás.
Todos recordamos las quejas de Big Ben cuando se elije a un QB en el draft, comentando en redes sociales y entrevistas, que había más necesidad en otras posiciones. O bien, deja claro que no va a ayudar a los QB novatos, dejándoles a su suerte, no sea que le quiten el puesto.
En el caso del futbolista, ha mostrado su descontento con ciertas salidas de jugadores, ha criticado a la directiva públicamente, y ha exigido la titularidad, muy veladamente, de sus “amigos” en el vestuario.
Todo este empoderamiento pasa desapercibido cuando los títulos llegan. Todos miran a otro lado, porque en el fondo este poder que se le da al jugador estrella, se traduce en éxitos.
Pero ¿Qué está pasando ahora?.
En el FC Barcelona han pasado muchos años desde la última Champions League. El equipo ya no es capaz de ganar títulos. Y la directiva tiene gran parte del presupuesto salarial invertido en un Lionel Messi, que ya no esconde sus frustraciones. Ningún directivo quiere ser el responsable de la salida del jugador del club. Y todo esto perjudica a todos.
En Pittsburgh la historia es parecida. Hace muchos años que no se llega a la Super Bowl. Y Big Ben está en pleno declive físico, siendo el jugador mejor pagado de la plantilla. Sin embargo, a un jugador de su importancia, nadie se atreve a poner en entredicho su titularidad.
Se trata de situaciones muy complicadas para ambas entidades deportivas. No sabemos cómo van a acabar cada uno de éstos mitos deportivos. En el caso de Messi parece que le queda muy poco tiempo en Barcelona. Y Big Ben depende mucho de su salud, y aunque parece que acabará su carrera en Pittsburgh, dejará un vacío muy grande en la posición más importante del equipo. Ya que no ha dado opción de tener en la recamara un sustituto competente.
Un par de tiranos, que a pesar de mostrar su egoísmo y su gran ego, no dejan de ser los más queridos por la afición.
Porque son unos cabrones, pero son… “nuestros cabrones”.