Domingo, 30 de noviembre de 1952, Pittsburgh (Pensilvania)
La noche anterior al partido había caído la primera nevada del invierno, y una fina capa de nieve cubría el césped del Forbes Field. A pesar de la enjundia del rival, los todopoderosos New York Giants, muy pocos aficionados se desplazaron hasta el estadio, apenas 5000 almas.
El árbitro lanzó la moneda y el sorteo favoreció a los Giants, que eligieron patear el balón ante las inclemencias del tiempo. Ray Poole colocó el oval y lo pateó con todas sus fuerzas en dirección a Lynn Chandnois, que lo estaba esperando como esperan los galgos que salga la liebre. Recogió grácilmente el balón entre sus brazos a tres yardas de los palos y corrió las 97 yardas hasta la zona de anotación entre el blanco de la nieve y la cara de estupefacción de los rivales, que no pudieron hacer nada para frenarlo. Los pocos aficionados que había comenzaron a gritar entusiasmados, pero por poco tiempo, ya que el árbitro anuló la jugada, offside!!! Había que repetir la patada, y la algarabía del público desapareció.
Mientras Chandnois esperaba el nuevo kickoff se dirigió a uno de los oficiales, llamado Lloyd Brazil, y que conocía bastante bien, ya que fue una estrella en su mismo instituto. Lloyd le dijo «vamos a ver si también eres capaz de retornar este». Chandnois asintió con total tranquilidad y se preparó para el segundo intento (en 2021 sería un «sujétame el cubata»). Casi podía escuchar los latidos de su corazón, el silencio se convirtió en murmullo cuando el balón volvió a aterrizar en su regazo. Eligió una ruta distinta, pero su velocidad fue idéntica, parecía levitar sobre la nieve, y sus rivales no lograban alcanzarle, avanzó las 91 yardas hasta la zona de anotación entre un ruido ensordecedor desde la grada.
Fue apoteósico, y una inspiración para sus compañeros, que suplieron sus carencias con un ímpetu colosal, y pronto pusieron tierra de por medio en el marcador. Contra todo pronóstico, los acereros estaban vapuleando a un equipo mucho mejor. Un espaldarazo a su ambición, y todo gracias al velocísimo Chandnois que redondeó el primer cuarto con otro touchdown, en una carrera de 5 yardas.
Antes del descanso llegarían dos anotaciones más, obra de Elbie Nickel y Ray Matthews, a sendos pases de Jim Finks.
0-28 al descanso y para los fans de steelers que estaban escuchándolo por la radio, fue un pellizco de ilusión, y maravillados por lo que estaban escuchando, salieron de sus casas en dirección al estadio, al lugar donde se obraba el milagro. Tras el descanso, el Forbes Field era una fiesta, se había triplicado el número de fans en las gradas. Más de 15000 gargantas a pleno pulmón espoleando a sus jugadores, que no daban crédito y se miraban asombrados.
Los Giants estaban paralizados, y no sólo por el frío sobre el césped del Forbes Field, sino por el calor que desprendía la grada. Las anotaciones llegaron una tras otra, hasta un total de 9 TD, para un resultado final de 7-63. La única anotación de los Giants llegaría tras un pase del mítico Tom Landry, en una flea-flicker.
La mayor puntuación de la historia de la franquicia, un resultado impensable y que comenzó gracias a una jugada inolvidable, como no se recuerda en la historia de Pittsburgh, por parte de un gran jugador, Lynn Chandnois. Refiriéndose a la jugada, Art Rooney dijo sobre Chandnois: “si mis caballos pudieran correr tan rápido, sería un hombre rico”
Después del partido, el entrenador asistente, Walt Kiesling, le dijo a Art Rooney: “¿No es Chandnois el chico más afortunado que has visto en tu vida?”.
La relación de Kiesling con Chandnois era nefasta. Art Rooney siempre le recordaba esa frase a Chandnois, a modo de broma, y este le contestaba “supongo que fui afortunado dos veces” y ambos reían.
Pero, ¿de dónde salió ese chico tan “afortunado”?
Lynn Everett Chandnois nació en Fayette, Michigan, pero tras la muerte de sus padres, se mudó a Flint para vivir con su tía. Asistió a la Flint Central High School, donde sería All State tanto en football como en baloncesto. Desde la escuela secundaria se alistó en la marina de los EEUU durante la Segunda Guerra Mundial, y tras su baja del ejercito en 1946 se inscribió en la Universidad de Michigan State.
Se estableció como uno de los mejores jugadores de football universitario durante sus cuatro años como Spartan. Fue elegido por unanimidad como All American en 1949.
Era el más rápido del equipo y se decía que podía correr las 100 yardas en 10 segundos con el uniforme puesto.
En 1949, Paul Brown lo fichó desde Michigan State para que jugase en Cleveland, pero tras unirse los Browns a la NFL desde la AAFC (All-America Football Conference) junto con 49ers y Colts, se acordó un draft de dispersión, y la NFL invalidó el contrato. Hecho que aprovecharon los Steelers para hacerse con él en el pick nº 8 del draft de 1950.
Chandnois no estaba nada contento de tener que unirse a un equipo que en 17 años de historia tan sólo tuvo un récord ganador en 4 de ellos. Y más cuando tuvo en su mano jugar para un equipo ganador, como eran los Cleveland Browns. Así se lo hizo saber a Bert Bell y Art Rooney, en palabras de Chandnois: “me dijeron que tenía que ir a Pittsburgh y por aquel entonces no teníamos abogados ni nada por estilo, entonces dije, si tengo que ir a Pittsburgh, quiero una prima”. Rooney accedió y Chandnois acabó vistiendo los colores de Pittsburgh, a regañadientes.
Pero pronto se enamoró de la ciudad, y de sus fans, y acabó sus siete temporadas en Steelers con dos apariciones en el Pro Bowl, 1934 yardas de carrera, 163 recepciones, 285 yardas de pase, y 162 puntos anotados. A fecha de hoy, todavía es el único jugador de la historia de la franquicia que anotó 2 touchdowns en retornos de kickoff durante una misma temporada.
Tan sólo el promedio de Gale Sayers (30.56 yardas por retorno) supera al de Chandnois (29.57 yardas por retorno) en retornos de kickoff en la historia de la NFL. Preguntado por su secreto, nos contó que: “Usaba el montículo del pitcher del Forbes para coger impulso y atrapar la pelota en carrera, me daba una ventaja. La mayoría de los muchachos ahora esperan la pelota, nunca lo atrapan corriendo a todo galope, ya no enseñan eso”.
Chandnois era un arma ofensiva de primer nivel, pero jugó para un equipo que fue el último en la NFL en cambiar de la formación de ala única a la formación en T.
Su compañero de equipo, Jerry Nuzum dijo: “Si Chuck Noll hubiera entrenado a Chandnois, estaría en el Salón de la Fama”.
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