Triste y sola
Sola se queda Fonseca
Triste y llorosa
Queda la Universidad
Este año maldito 2020 será recordado, naturalmente, por la pandemia, pero también, y derivado del virus, por el año en que todo fue «por vez primera». Y es que todos, en cualquier ámbito de nuestras vidas y ocupaciones, esta virulenta época nos ha exigido «una primera vez»: desde trabajar desde casa a no disfrutar de la compañía regular de familiares y amigos, pasando por sesiones de burning fat por youtube; singulares y confinadas celebraciones de cumpleaños y aniversarios; ausencia de vacaciones; repostería doméstica… y un larguísimo catálogo de conductas y actividades que nunca antes habíamos experimentado. Y entre ellas, los acereros viviremos este año pandémico una experiencia que únicamente los más veteranos han visto antes, no en vano, este verano será el primero en los últimos cincuenta y seis, que los Steelers no recorrerán las cuarenta millas que separan Pittsburgh de las instalaciones del St. Vincent College, en la localidad de Latrobe, donde desde 1966 iniciaban regularmente por estas fechas su training camp. En efecto, el pasado 8 de junio, el director de comunicaciones de los Steelers, Burt Lauten, anunciaba que el equipo estaba diseñando su training camp de 2020 en Heinz Field, siguiendo las recomendaciones de las autoridades sanitarias de evitar desplazamientos de los equipos profesionales.
Téngase en cuenta que entre las instalaciones de la franquicia en S Water St. y Heinz Field hay escasamente diez minutos de trayecto en coche. Sin embargo, en el debe, repárese en que en Latrobe cuentan con cuatro campos de entrenamiento para trabajar (entre ellos el flamante Chuck Noll Field), mientras que sobre el emparrillado a la orilla del Allengheny tendrán que apañarse los noventa hombres convocados.
La vinculación de los Steeelers con Latrobe es umbilical. A principios del siglo XX, la consolidada competición interuniversitaria no reflejaba las enconadas rivalidades locales que el fútbol americano generaba entre clubes vecinos. En este sentido, el oeste de Pensilvania y más particularmente, la ciudad de Pittsburgh y sus aledaños, se convirtió en un foco de fanatismo por este deporte que desembocó en que la Allegheny Athletic Association, un club deportivo fundado en 1890, no dudara en trasgredir el pacto de amateurismo imperante por entonces y contratara de manera clandestina al guard de Yale William «Pudge» Heffelfinger en 1892 por un importe de quinientos dólares para poder alinearlo frente a sus eternos y odiados rivales del Pittsburgh Athletic Club, a los que ciertamente vencieron por 4-0 tras una recuperación por fumble del propio Heffelfinger. Al año siguiente, el citado Allegheny Athletic Association asumió abiertamente su condición profesional firmando a Peter Wright, James Van Cleve y Ollie Rafferty a razón de cincuenta dólares por partido, siguiéndoles otros clubes del entorno, hasta que, como no podía ser de otra forma, se celebró el primer partido all-pro de fútbol americano el 3 de septiembre de 1895 entre el Latrobe Athletic Association y Jeannette Athletic Club. Adivinen dónde. En efecto, en la localidad de Latrobe.
Los escasos nueve mil habitantes de esta pequeña comunidad del condado de Westmoreland, esconden sin embargo una historia rica en curiosidades y acontecimientos. Fundada como otras muchas poblaciones al calor del Pennsylvania Railroad (su nombre responde a Benjamin Latrobe, ingeniero de la compañía), tiene el honor de ser la sede de la fábrica de cervezas Latrobe, una de las más importantes y añejas del país y productora de la legendaria Rolling Rock con su característico botellín verde; es el lugar de nacimiento del mítico Arnold Palmer y, atención, en 1904, el mancebo de botica David Strickler inventa el irresistible banana split. Además, allí se radica el monasterio benedictino más antiguo de los Estados Unidos, cuya comunidad monacal gestiona, además, el St. Vicent College, universidad católica y hogar estival de los Steelers.
No obstante, y como ya se ha dicho, la estadía de la franquicia en Latrobe no se inicia hasta 1966. Antes, los recién fundados Pirates entrenaron durante tres años en la también católica Universidad de St. Francis en el minúsculo borough de Loretto (sus alumnos Tony Bova y John Naioti habían jugado con la franquicia en los años cuarenta), antes de que se mudaran a Hershey -pueblo chocolatero por antonomasia y origen de los adictivos M&M`s-, donde realizaron sus training camp hasta 1946, salvo dos años: en 1943, cuando Philadelphia Eagles y Steelers unieron fuerzas debido a la escasez de jugadores bajo el nombre de Steagles y su infausto uniforme, ejercitándose en Filadelfia, y en 1944, cuando Art Rooney Sr. trasladó el equipo a Waukesha, Wisconsin, al fusionar la franquicia con los Cardinals (Card-Pitt) por las mismas razones de índole bélico. En 1947, Pittsburgh regresó a su estado natal y se instaló en el Alliance College, institución católica de origen polaco, en Cambridge Springs.
En 1952, los Steelers volvieron a salir de Pensilvania para la pretemporada, esta vez al vecino estado de Nueva York, concretamente al St. Bonaventure College, donde Silas, el hermano franciscano de Art se había egresado años antes y por aquel entonces dirigía el programa deportivo de la institución. Silas fue precisamente el que recomendó a su hermano el fichaje del estudiante Jack Butler. Buen ojo, sin duda.
En 1958 regresan al Keystone State, concretamente a la California State Teachers College, la actual Universidad de California en Pensilvania. Slippery Rock State College, que ahora es la Universidad pública de Slippery Rock, fue el siguiente escenario de entrenamientos en 1961, para desembarcar al año siguiente en el West Liberty College en Wheeling, Virginia Occidental. Finalmente, la Universidad de Rhode Island en Kingston, se convirtió en el campamento de entrenamiento de verano durante las temporadas de 1964, 1965 y las primeras dos semanas del training camp de 1966, y es que los Rooney conocían bien aquella zona, pues habían competido con sus caballos durante décadas en el Narragansett Park de Pawtucket. No obstante, varios factores influyeron en la despedida de Kingston, fundamentalmente, el clima excesivamente húmedo y frío y la distancia con Pittsburgh. Al año siguiente, Art Jr., graduado en 1957 en el St. Vincent College de Latrobe, y en ese momento recién nombrado Personnel Director de la franquicia, convenció a su padre para probar allí: cercanía con la ciudad, buen clima, formidables instalaciones, sólido catolicismo y una hospitalidad avalada por la Regla de San Benito desde el siglo VI.
Los Steelers de 1966 navegaban por la liga en su mediocridad habitual (5-8-1 terminaron ese año), alternando algún balance positivo con los tradicionales números rojos de una franquicia que no cambiará su sino hasta la llegada de Noll. Esa temporada, la primera que acudieron al St. Vicent College para hacer el training camp, del roster dirigido por Bill Austin, únicamente se recordará al gran Andy Russell, perno entre la vulgaridad pre-Noll y la excelencia post-Noll, que formó, en los gloriosos setenta, la más implacable terna de linebackers de la historia de la competición, junto a los jóvenes Lambert y Ham.
La presencia de los Steelers en Latrobe es hoy en día un acontecimiento a nivel global, que concita el interés de medios y la peregrinación de aficionados de todo el mundo. En 1966 no era así, desde luego. En Latrobe, aquel año se hablaba mucho de la 48ª edición de la PGA en la que participaba su hijo Palmer, pero poco de los nuevos inquilinos de las instalaciones del campus de St. Vicent. Esa misma pretemporada, los Vikings también inauguraron sus tradicional campament en la Universidad Estatal de Minnesota, siendo, junto con los Steelers, los training camps más longevos de la NFL, únicamente por detrás, cómo no, del que desarrollan desde 1958 los Packers en la universidad católica de St. Norbert, en DePere .
El St. Vincent’s College, fuera de las semanas en las que acoge a los hexacampeones, es el hogar de los Bearcats de la III NCAAA Division-PAC, que juegan en el Chuck Noll Field, sabia y merecidamente rebautizado así desde 2007.
Como es natural, la obligada decisión de no realizar el campamento de entrenamiento en Latrobe este año supone, además del fiasco sentimental para decenas de miles de aficionados, un quebranto económico no menor para una localidad que, nunca mejor dicho, hacía su agosto con la llegada de los Steelers y sus mesnadas de hinchas. St. Vincent College se encuentra muy próximo al Arnold Palmer Regional Airport, al borde de autopista US-30, un tramo lleno de restaurantes, hoteles y centros comerciales que ahora tienen sus mesas, habitaciones y tiendas vacías. «Es algo que la comunidad realmente espera cada año», se lamenta Amy Templeton, dueña del restaurante Denunzio, en declaraciones a la CBS.
Art Rooney II ha prometido regresar para 2021. El Chuck Noll Field y los monjes benedictinos seguirán allí. Ojalá no sea demasiado tarde para los centenares de comercios que viven de estos entrenamientos. En este sentido, la fight song de St. Vicent no puede ser más adecuada para esta coyuntura: «Forward, always forward, everywhere forward! We must not be held back by debts, bad years or by difficulties of the times. Man’s adversity is God’s opportunity.» Padre Dan, que estás en los cielos…