En verdad os digo que,
ningún profeta es bien
recibido en su propia tierra.
Lucas, 4:24
De los cincuenta y tres jugadores que conforman el roster de los Steelers para esta temporada que acaba de empezar, únicamente Cameron Heyward, nuestro querido capitán, ha nacido en la ciudad de Pittsburgh o en su entorno conurbano, de donde procede, por cierto, el long snapper Chris Kuntz, natural de Bridgeville, una pequeña localidad a menos de doce de millas del Heinz Field y que, de hecho, forma parte del condado de Allegheny.
En el deporte ultraprofesionalizado de hogaño, el dato que acaba de reflejarse no significa absolutamente nada, más allá de singularidades endémicas y admirables como la política deportiva que observa el Athletic Club de Bilbao desde su fundación. Ahora bien, que apenas dos jugadores de la plantilla acerera sean los únicos nativos de la ciudad, no significa, ni por asomo, que el entorno geográfico de la franquicia adolezca de talentos deportivos.
Si New Brunswick, en el estado de New Jersey, se le considera el lugar donde se disputó el primer partido de fútbol americano de la historia entre los conjuntos de Rutgers y la vecina Princeton, los orígenes de la primera competición profesional de fútbol americano hay que buscarlos en el estado de Pensilvania y más concretamente, en la ciudad de Pittsburgh, donde Dave Berry, a la sazón manager de los Latrobe Athletics, se comprometió a formar un conjunto competitivo con los mejores talentos la zona, para lo cual se valió de la base formada por el equipo campeón de los Homestead Library & Athletic Club football team, creándose así los Pittsburgh Stars, tras los que se especula que en realidad estaba el propietario de los Pirates, el equipo de baseball de la ciudad, William Chase Temple. La National Football League –sí, como la actual NFL, pero con tres equipos en vez de treinta y dos- se inició en 1902 en el Pittsburgh Coliseum -en 2001 se construyó sobre ese lugar el Heinz Field-, un terreno de juego que al contar con una pista de ciclismo alrededor, no medía las 110 yardas reglamentarias de la Liga Canadiense de Football, sino únicamente 100, que a la postre fueron la medida estandarizada para la versión estadounidense. Aquella primera y única edición de la NFL fue ganada por el equipo de Pittsburgh, no sin una disputa ulterior sobre la legitimidad de la victoria de los Stars por parte de los otros dos equipos de Filadelfia.
En otras palabras, pocas regiones de los Estados Unidos -Ohio podría discutirle ese marbete – tienen tan arraigado el amor por el gridiron como el valle del Allegheny, derivándose de ello, naturalmente, una afición y práctica masiva desde la mismísima cuna.
En este contexto, resulta acentuadamente tentador conjeturar con un ucroniano depth chart acerero conformado únicamente por naturales de la ciudad o de su entorno más próximo. Y el resultado de este pasatiempo es, créanme, tan asombroso, como descorazonador, pues la extraordinaria calidad que aflora se ve enturbiada por la sensación de oportunidades perdidas y decisiones erróneas inaceptables.
Dada la tradición y fama de la franquicia de la familia Rooney, se impone comenzar por esa potencial unidad defensiva identitaria. Y como también es marca de la casa, adoptaríamos una línea articulada sobre cuatro elementos, con tres linebackers detrás. Así, el quarterback rival, al asomarse sobre la línea de scrimmage, vería a su izquierda a Aaron Donald, un chaval educado en el instituto de Penn Hills, un centro en el que los Steelers han celebrado en alguna ocasión su tradicional High School Showcase, y formado universitariamente en los Panthers. En este caso, poco puede reprocharse el front office de la franquicia, pues al fuera de serie le seleccionaron los Rams en el puesto 13, dos turnos por delante del que le correspondía a Steelers aquel año, muy acertada, por cierto, pero lamentable y dramáticamente frustrada, con Ryan Shazier.
Si nuestro figurado quarterback rival se gira a la derecha para ver al otro End, allí se va encontrar con otra pieza de museo -de Canton, para ser exactos-, Jason Taylor, educado en un colegio casi vecino al de Aaron Donald, en este caso, Woodland Hills, egresándose en Akron en 1997 y siendo elegido por Miami en la ronda tercera del draft de aquel año. En este caso si resulta lamentable advertir que Steelers optara por destinar su primera selección para el intrascendente cornerback Chad Scott.
En 1878, los constructores de la línea férrea entre Pittsburgh y el Lago Erie, fueron asignando aleatoriamente nombres a los apeaderos que jalonaban el trayecto atendiendo a las apelaciones de las tribus indias que moraban por esos terrenos. Una de esas localidades, treinta millas al norte de Pittsburgh y hoy formando parte de su área metropolitana, es Aliquippa, de la que mucho hablaremos en las siguientes páginas y donde nació en 1970 el formidable nose tackle Sean Gilbert, antiguo alumno como Donald de los Panthers y que fuera elegido en el tercer puesto del draft de 1992 también por los Rams.
Y para cerrar la línea, pónganse en pie, que llega The Manster, mitad hombre, mitad monstruo. Probablemente Randy White ha sido el liniero más rápido y feroz de la historia de este deporte, one man club y, paradójicamente, uno de los más temibles adversarios de los Steelers de los setenta. Aquí tampoco se pudo hacer nada para elegirlo pues fue la segunda selección del draft de 1975, en el que los Boys no pudieron tener mejor criterio.
Sí, ya lo sé, Ham, Lambert y Russell, la troika más extraordinaria de linebackers de la historia no eran yinzers, pero los tres oriundos que les sugiero a continuación, no serían mancos. Para empezar, otro panther desaprovechado y, lo que es más lacerante, aprovechado por nuestros archienemigos de Dallas. Claro, estoy refiriéndome al fenomenal Sean Lee, elegido por los Cowboys con el pick 55 de la segunda ronda de 2010, es decir, dos elecciones por detrás de Steelers, que prefirieron al prometedor pero desconcertante Worilds, que a los 27 años se retiró de la competición para dedicar su vida al milenarismo de los Testigos de Jehová.
En la escuela de Brentwood se crio el rocoso Joe Schmidt, matriculándose después en la Universidad de Pittsburgh y, para variar, siendo elegido por Detroit en 1953…¡en la séptima ronda!. Lo que vino después ya es historia de la NFL, de la que fue dos veces campeón; ocho All Pro; diez pro bowler; miembro de 100 NFL All Time Team; Pride of Lions y, naturalmente, con busto en Canton y Atlanta.
El jugador que cierra la formación de linebackers es de traca ¿¿¿¿¿Cómo puede ser que a un jugador universitario galardonado con el Trofeo Jack Lambert al mejor linebacker no esté en mi equipo???????? Pues así es la vida. Otra vez, un mocetón de los Hills de Pittsburgh, posteriormente Nittany Lions y de nuevo, una selección de draft tan elitista (el número 2) que nunca le pudo llegar a los Steelers en 2000, no pudiendo por tanto optar por el gran LaVar Arrington, poniendo aquel año los huevos en la cesta del irregular Plaxico.
Algo tendrá la pequeña Aliquippa cuando la bendicen …el superlativo cornerback Darrelle Revis tuvo una carrera pre profesional casi calcada al lineman Gilbert: nacido en la misma pedanía, Panther como Gilbert y escurrido de los dedos de los Steelers por un solo turno. Al back lo seleccionaron los Jets con el pick 14, después de un trueque con Carolina, seguramente con la intención de bloquear la selección que Tomlin y Colbert tenían prevista, debiendo conformarse ese año con Lawrence Timmons, gran jugador, pero lejos del nivel de Revis, quien llegó a tener su propia isla en la esquina del emparrillado.
Atento lector ¿le gustaría que su hijo jugara de esquinero en la NFL? Múdese a la tantas veces repetida Aliquippa, forme una familia y lleve a su hijo a su instituto. Por tercera vez, ese centro formó a un fenómeno en la posición defensiva y más concretamente, como cornerback. En este caso el Famer Ty Law, multicampeón con los Patriots y otra vez sin que los Steelers tuvieran ninguna opción sobre él, al disponer de la vigésimo séptima selección de aquel draft de 1995. Los Patriots acababan de elegir a uno de los mejores interceptadores de la historia de la liga.
A pesar de compartir instalaciones de entrenamiento y hasta estadio, tampoco Colbert (ni Tomlin) vieron potencial en Jordan Whitehead, el elegido mejor defensor rookie de la ACC mientras jugaba en los Panthers, de modo que en 2018 priorizaron a Edmunds para la misma posición, aun jugando en la misma conferencia universitaria y resultando más que evidentes las diferencias entre uno y otro defensor, como después se ha confirmado.
Cerremos esta impresionante unidad defensiva con otro hijo del acero que tuvo que buscarse la vida más al norte. Willie Clay, también conocido como Big Play por la intercepción desde su posición de safety que valió un billete para que los Patriots jugaran su segundo Super Bowl, fue seleccionado por los Lions con el pick 221. Resulta especialmente sorprendente que Steelers no confiara en este jugador, pues en aquel año 1992 tuvieron buen tino en elegir a gente como Searcy, Kirkland, Steed o Gammon.
Con respecto al set ofensivo de nuestro imaginario deph chart yinze, vamos a dejar para el final a los quarterbacks, porque si no, no voy a poder seguir escribiendo. Y eso que el resto de las posiciones ofensivas también tienen tela. Para empezar, un icono absoluto de la historia de la NFL. Heath Miller es parte del escudo, eso es indudable, pero es un tight end virginiano. Pero Mike Dikta, nació en Carnegie, un suburbio de Pittsburgh; estudió en…Aliquippa, por supuesto y se egresó como Panther. Haría falta una monografía para describir lo que ha supuesto Dikta para la NFL, de manera que los cortiners podemos lamernos las heridas pensando que nunca tuvimos opción de elegirlo en el draft de 1961, pues los Bears tenía la elección número 5. Fin de la historia.
A mí ya me da la risa, pero Tony Dorsett, uno de los mejores corredores de la historia y pesadilla para la Steel Curtain durante los años de máxima rivalidad entre los Boys y los Steelers, estudió en…¡Aliquippa y en la universidad de Pittsburgh! Y, nuevamente, al ser el segundo pick de 1977, ni la magia de Bill Nunn podría haber hecho nada para enrolarlo en la franquicia.
Si Dorsett fue un talento excelso ¿Qué me dicen de Curtis Martin? Pues también nacido en Pittsburgh y alumnni de los Panthers. En este caso la desatención es severa, pues antes de que los Patriots le eligieran en 1995 en la tercera ronda, los Steelers, malbarataron su primera selección en el olvidable tight end Matk Bruener. Después de tres temporadas en Foxboro, Martin firmó un lucrativo contrato con los Jets y permaneció en Nueva York durante ocho temporadas más, siendo cinco veces Pro Bowl y liderando la liga con 1,697 yardas y 371 acarreos en 2004. Martin ocupa aún el sexto lugar en la historia de la NFL con 14,101 yardas de carrera y 100 touchdowns, vistiendo chaqueta dorada desde 2012.
Martin y Dorsett en el backfield. Madre mía. Pues la ofensiva aérea promete. A un lado, Tyler Boyd, el versátil receptor curtido por las aguas del Monongahela y después pulimentado en la Universidad de Pittsburgh, por el que apostaron en segunda ronda lo Bengals, acumulando hasta la fecha más de 6000 yardas de recepción y treinta y tres touchdowns.
En cuanto al otro receptor, si los ojeadores hubieran estado más vivos en el draft de 2003, quizá hubiéramos disfrutado en Heinz Field con el jugador con más recepciones un solo partido de la historia (21) y con más temporadas atesorando 100 recepciones (6). El formidable Brandon Marshall fue elegido por Denver en la cuarta ronda del draft de 2006, y no me vale con que nosotros gastamos la primera selección en Santonio, gran acierto y al que estaremos eternamente agradecidos por su travail sur pointes en el Super Bowl XLIII, lo imperdonable es que en la tercera ronda se optara por el transparente Willie Reid…
Vamos a ver a continuación de que están hechos los tackles ofensivos del Allegheny. Pues si son del material de Russ Grimm, inmejorables. Leyenda viva de los Redskins durante diez años, pero nacido y criado en los pechos de Pittsburgh, afortunadamente para la franquicia acerera, se recuperó algo de su talento entre 2001 y 2006 cuando fungió como entrenador de la línea ofensiva. No puede ser casualidad que durante ese periodo el conjunto de los Rooney alcanzase dos veces la final de Conferencia y ganara un Super Bowl.
Otro busto de Canton, otra leyenda de los Panthers, otro hijo de la metalurgia en la línea. Ahora es el turno del inconmensurable Jim Covert, pieza clave en la máquina de picar carne que fueron los Bears de 1986 y al que no tuvimos opción de elegirle en el superlativo draft de 1983, del que necesariamente deberemos volver a hablar más adelante.
El itinerario se repite para nuestro tercer elemento ofensivo. Penn Hills, Universidad de Pittsburgh y número 2 del draft de 1985. Bill Fralic es otro de linieros históricos de la liga, seleccionado para el equipo de la década de los ochenta por su extraordinario rendimiento con los Falcons quien, además, y esto me toca muy de cerca, fue uno de los seis jugadores de fútbol americano en el combate disputado con ocasión del WrestleMania 2, en el que Andre the Giant fue el vencedor. Años después participaría en el Stars and Stripes Challenge a bordo del USS Intrepid, tratando de golpear al campeón de la WWF, Yokozuna. Fralic falleció prematuramente a causa del cáncer en 2018.
En Butler, una localidad dormitorio del Gran Pittsburgh, nació en 1948 Rich Saul, el center de acero de los Rams, con quienes no se perdió un solo partido en sus doce temporadas como profesional. Entre ellos, el Super Bowl XIV frente a sus paisanos, absolutamente intratables en aquel 20 de enero de 1980 en Pasadena.
Para completar la protección del quarterback, un undrafted, pero de categoría deportiva y mediática. Y es que el yinzer Baldinger fue un notable tackle ofensivo que pasó por Dallas, Indianápolis, Buffalo y Filadelfia antes de dedicarse al análisis en diferentes medios y en NFL Network
En lo concerniente a los equipos especiales, como no recordar al kicker Fred Cox, un monongahelense de pura cepa, estudiante de la universidad de Pittsburgh y leyenda de los Vikings durante 25 años. Pero, por encima de todo, inventor de la marca Nerf de balones de football para interiores…
En fin, no demoremos más lo inevitable. Que conste que redacto esta última parte por respeto a los lectores y a mi hermano @sergetus de Cortina de Acero, que no se merece que le entregue un artículo incompleto. Pero insisto, para mí, y para cualquier acerero sensible, resulta insoportable escribir (lo haré en mayúscula y negrita, para enfatizar mi aflicción) que JOHNNY UNITAS, DAN MARINO, JIM KELLY Y (PRACTICAMENTE) JOE MONTANA, son yinzers. No digo más.
Bueno sí, que a pesar de que a Unitas lo seleccionó Steelers en 1955, fue cortado antes de empezar la temporada porque, según el malhadado HC Kiesling, «no era lo suficientemente inteligente para esa posición».
También diré que a Marino -gloria de los Panthers, para más inri- se le postergó en favor del inane DT Rivera en 1983.
Repetiré que Búfalo se quedó con Kelly -joven adorador de Bradshaw como atestigua la imagen- en ese mismo draft merced a un trade con Cleveland que Steelers no peleó.
Y, en fin, que Montana –acerero de toda la vida como ha confesado reiteradamente– tuvo que esperar a la tercera ronda para ser elegido en 1979, y ello pesar de que en el Three Rivers eran ya conscientes de que Bradshaw había dado los mejores años de su juego a la franquicia y que ni Kruczek ni por supuesto Stoudt eran recambios solventes. Cuando el Dios Montana salió de los Niners en 1993, intentó recalar en sus queridos Steelers, pero los Rooney le dijeron que ya tenían a Neil O´Donell, con dos cojones. Voy a llorar.
Como se ha señalado al inicio, en Lucas 4:24, pero también en Juan 4:44, los evangelios narran el episodio en el que Jesús viajó hasta Nazaret (lugar en el que creció) y tras acudir a la sinagoga (tal y como había hecho durante todos sus años de juventud) allí se encontró con que parte de los asistentes eran escépticos a su mensaje evangelizador, momento en el que el Mesías aprovechó para decir que ningún profeta es aceptado en su tierra. Acabamos de ver como en Pittsburgh se cumple esa máxima de forma rigurosa. Aunque con alguna excepción providencial.
Bill Cowher, yinzer pata negra, no en vano su padre estuvo matriculado en Duquesne donde fue compañero de pupitre de Dan Rooney, fue sin embargo un linebacker y miembro de equipos especiales del montón, siendo únicamente titular en cuatro partidos durante su carrera, en la que, además, jugó dos temporadas y entrenó casi cuatro en los refractarios Browns. Sin embargo, cuando tras su paso por Kansas como coordinador defensivo firmó en 1992 como entrenador jefe de los Steelers, no hubo mejor profeta en la historia de Titletown.
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