Sancho Panza es aquéste, en cuerpo chico, pero grande en valor, ¡milagro estraño! escudero el más simple y sin engañoque tuvo el mundo, os juro y certifico
En los días previos al Gran Partido y desde 2011, la NFL viene reconociendo individualmente a los mejores jugadores de la temporada regular disputada y, en este sentido, un año más, la relación de los Steelers con esta ceremonia es ciertamente ambivalente, no en vano, en la ya larga historia de estos premios, desde que en 1957 la Asociación de la Prensa votara a Jim Brown como el primer Associated Press NFL Most Valuable Player (MVP), únicamente un jugador de la franquicia de Pittsburgh lo ha recibido, Terry Bradshaw en 1978, después de liderar al equipo que finalmente conquistara su cuarto Lombardi frente a Dallas en el Orange Bowl de Miami. Lo cual, por otra parte, se cohonesta perfectamente con la filosofía y el espíritu del equipo, no en vano, junto a esa raquítica estadística de MVPs a lo largo de su historia, los Steelers son el conjunto con el mayor número de jugadores en sus filas elegidos defensores del año (DPOY), el último, T.J Watt este mismo año, quien ha recogido el testigo de los Greene (1972 y 1974); Blount (1975); Lambert (1976); Woodson (1993); Harrison (2008) y Polamalu (2010).
Y es que un equipo que ha cimentado su leyenda y sus mejores triunfos parapetado tras una cortina de acero, es lógico que sus jugadores no se hayan visto reconocidos en el palmarés de este premio, si tenemos en cuenta que en sus sesenta y cinco ediciones, únicamente dos defensas lo lograron (el juez Page, 1971 y los 20.5 sacks de Taylor en 1986) y un único jugador de los equipos especiales (los veintitrés field goal anotados de manera consecutiva de Moseley en 1982, aún imbatidos). Una tendencia, por cierto, casi idéntica a la de otros deportes, como el soccer, cuyo Balón de Oro sólo ha ido a parar a tres defensas y un portero en toda su historia.
La cuestión de fondo, vista esta absolutamente desproporcionada tendencia a premiar a los jugadores de la unidad ofensiva, radica en determinar que criterios son los que convierten a un jugador en el más valioso de una temporada regular ¿su virtuosismo con el balón? ¿las meras y desnudas estadísticas? ¿la verdadera aportación en los éxitos de la franquicia? ¿sus condiciones atléticas? ¿las expectativas generadas y/o cumplidas? ¿una actuación superlativa o la constancia y regularidad en su nivel de prestaciones?
Ken Stabler y Frank Tarkenton, dos de los quarterbacks por los que siento una especial predilección, fueron galardonados en 1974 y 1975, respectivamente, con el MVP. Es indiscutible que ver lanzar al zurdo de la bahía o admirar la sangre fría de Tarkenton cuando abandonaba el pocket, resulta mucho más gratificante que los bufidos de Greene en la trinchera o los zarpazos de Blount en la secundaria, pero lo que no puede discutirse desde ningún punto de vista, es que esos dos defensas, elegidos DPOY en aquellos mismos dos años, fueron acentuadamente más valiosos para su franquicia que los dos talentosos quarterbacks, quienes por cierto, fueron laminados por esa defensa antes de que los de Noll lograran sus dos primeras Super Bowls.
Al año siguiente, Jack Lambert se echó el equipo a la espalda cuando las lesiones de Bradshaw, Greene, White, Swann o Stallworth llevaron al equipo a un alarmante 1-4. A partir de la siguiente semana, con el liderazgo del desdentado de Mantua, la defensa de los Steelers concedió únicamente dos touchdowns y un total de veintiocho puntos, ganando consecutivamente los siguientes nueve partidos. Ocho de los once titulares defensivos fueron seleccionados para el Pro Bowl de ese año y Jack Lambert fue elegido DPOY. Pues bien, el 19 de diciembre de 1976, los de Pittsburgh rinde visita divisional al Memorial Stadium de Baltimore, donde les esperan unos Colts líderes de la East y con un imponente balance de 11-3. Al final del partido, 14-40 para los visitantes, después de que su quarterback sufriera cinco sacks y dos intercepciones, dejándole la defensa acerera en unos paupérrimos 42,7 de rating. Bert Jones, que así se llamaba ese quarterback, fue elegido el MVP de ese año ¿en serio Jones fue para su equipo más valioso esa temporada que Lambert?
Sea como fuere, el magro palmarés de MVPs en la historia de nuestra franquicia no es exactamente así. Téngase en cuenta que antes de 1957, cuando Associated Press tomó las riendas del premio, hubo otras organizaciones que también distinguieron al mejor jugador del año. En 1938, el primer trofeo al mejor jugador de la liga lo patrocinó la compañía de relojes Gruen, renombrado en 1939 como Trofeo Carr en honor al comisionado de la NFL Joseph Carr.
Pues bien, en 1946, el último año en el que se entregó este reconocimiento, el premio fue a manos del gran halfback Bill Dudley, un verdadero fenómeno de Virginia quien, tras prestar servicio militar durante la II Guerra Mundial, jugó la temporada siguiente con los Steelers, logrando un hito inalcanzado e inalcanzable en este deporte: liderar simultáneamente tres categorías estadísticas únicas en carreras (604 yardas), intercepciones (10 en total, corriendo para 242 yardas) y retornos (27 en total para 385 yardas).
Nueve años después, Harlon Hill, un espigado end de los Bears fue elegido jugador del año por otra organización, en este caso, la Newspaper Enterprise Association, que creó el Trofeo Jim Thorpe, fallándose este galardón hasta 2008, cuando lo recibiera por última vez Kurt Warner. La peculiaridad de este premio es que, a diferencia de los otros dos ya comentados, en este caso, votaban los propios jugadores de la NFL, por lo que siempre ha sido especialmente valorado por sus receptores. Lo cierto es que cuando Hill recibió el trofeo no jugaba aún con los Steelers, franquicia en la que recaló en la temporada de 1962.
Sporting News también comenzó a otorgar un premio al jugador del año a partir de 1954, siendo el primero el gran Lou Groza, otro kicker que, junto a Blanda, se uniría a la escueta lista de MVP de equipos especiales. A partir de 2008, se dividió el premio, reconociéndose a jugadores ofensivos y defensivos del año, recayendo en 2017 en el botarate de Antonio Brown.
Finalmente, tanto United Press International, entre 1948 y 1969, como Pro Football Writers of America (PFWA), desde 1966 y hasta la actualidad, han otorgado este premio, que tampoco recayó nunca en un steeler, pues en 1978, mientras AP se lo concedió a Bradshaw, los periodistas de la PFWA optaron por el extraordinario Earl Campbell.
En síntesis, la priorización del conjunto sobre la individualidad; la consecuente y tradicional ausencia de grandes estrellas ofensivas y lo arraigado de la cultura defensiva en Pittsburgh, vaticina que la tendencia de no contar con MVP se va a mantener, en proporcional relación con la lista de DPOYs.
A franquicias como Browns, Colts, 49ers o Packers se les caen los MVPs. También es cierto que nosotros nunca tuvimos un Otto Graham o un Jim Brown, ni un Unitas o un Payton Manning, ni un Young o un Montana, ni un Favre o un Aaron…aunque nunca se sabe.