El 18 de mayo de 1935, Bert Bell, copropietario de los Eagles de Filadelfia, convenció al resto de propietarios de que la única forma de conseguir el éxito duradero de la liga, era que todos los equipos tuvieran la oportunidad de fichar a jugadores elegibles, mediante un draft que serviría para conseguir paridad competitiva, y así, dar viabilidad financiera a todos las franquicias. En aquella reunión se aprobó la idea de Bell por unanimidad.
El primer draft de la NFL comenzó en el Hotel Ritz-Carlton de Filadelfia, el 8 de febrero de 1936. Art Rooney elegía en tercer lugar, y llegado su turno, eligió a William Valentine “Bill” Shakespeare, de la universidad de Notre Dame.
Shakespeare nació en Staten Island, Nueva York. Su padre, Valentine Shakespeare, era capitán de una compañía de bomberos de Nueva York, y le gustaba jugar con la idea de que su familia era descendiente del afamado dramaturgo inglés, lo que suscitó muchas risas entre los compañeros de clase de su joven hijo William, que repetía las palabras de su padre a sus compañeros de estudios. Pronto se olvidaron de la anécdota en la escuela secundaria de Port Richmond en Staten Island, donde Shakespeare demostró un gran talento para el football, en particular como punter. Tal fue su desempeño, que entrevistado por los medios locales, no dudó en argumentar que había entrenado a su mascota, un Fox Terrier, para que recuperara el balón mientras practicaba la técnica de sus despejes.
En 1932 se inscribió en la universidad de Notre Dame, y comenzó su andanza en el equipo de football en su segundo año, como suplente en la posición de halfback, y como punter. En su año junior, ya era titular, y demostró su valía como corredor, pasador y despejando.
Durante su estancia en la universidad, se ganó el sobrenombre de “el bardo de Staten Island”, haciendo alusión al mítico sobrenombre del dramaturgo William Shakespeare, que fue conocido como “el bardo de Avon”. Así mismo, en 1934, un periódico publicó una foto de Shakespeare sujetando un balón como lo hacía Hamlet con el cráneo de Yorick, bajo el título de “To be or not to be”.
Un todoterreno, que tuvo su mejor temporada en su último año en la universidad, liderando varias facetas ofensivas y con actuaciones memorables. En un partido contra la univerdad de Pittsburgh, logró un despeje de 86 yardas, que es todo un récord para la univerdad de Notre Dame. Pero la actuación que lo catapultó a la fama fue durante el partido contra Ohio State Buckeyes, que llegaban a la cita imbatidos, y llenaron el Ohio Stadium con 81000 fanáticos para recibir a los Fighting Irish. Pronto los Buckeyes abrieron el marcador y llegaron al descanso con una ventaja de 0-13. Tras la pausa, Notre Dame se puso las pilas y en el último cuarto, anotaron dos veces para acercarse en el marcador, 12-13. Con menos de un minuto restante de partido, el quaterback titular de Notre Dame se lesionó, y fue sustituido por Shakespeare, que lanzó un mal pase directo a las manos de un jugador de Ohio State, pero éste, no supo mantener la posesión del balón y Notre Dame tuvo otra oportunidad con el tiempo cumplido. El fullback de Notre Dame, Jim McKenna, recogió la pelota, pero en vez de correr, se la entregó a Shakespeare que lanzó el ovoide directo a las manos de Wayne Millner, que atrapó el balón para darles la victoria. En 1969, en el marco del centenario del football universitario, Associated Press realizó una encuesta para determinar el “partido del siglo”, y el mencionado partido entre Notre Dame y Ohio State fue el elegido.
Sus grandes actuaciones en su último año en Notre Dame (1935) le valieron ser elegido All-American y quedó tercero en la votación para el primer trofeo Heisman, por detrás de Jay Berwanger (Chicago) y Monk Moscrip (Stanford).
Pero volvamos al 8 de febrero de 1936, al Hotel Ritz-Carlton de Filadelfia, cuando Art Rooney eligió a Shakespeare entre los 88 jugadores disponibles que había escritos sobre la pizarra. Todos los propietarios fueron eligiendo por turnos, durante 9 rondas, a los que consideraban, casi a ciegas, los mejores jugadores universitarios de entre 90 nombres. Por delante de Shakespeare fue elegido por los Eagles, Berwanger, el flamante ganador del trofeo Heisman, y le siguió Riley Smith (Alabama) que cayó en los Boston Redskins. Al acabar el día, Art Rooney había elegido a los siguientes jugadores:
Pittsburgh Pirates
1. Shakespeare, Bill, B, Notre Dame, 3
2. Barnum, Len, B, West Virginia WesIeyan, 12
3. Grayson, Bobby, B, Stanford, 21
4. Spain, Truman, T, SMU, 30
5. Sandefur, Wayne, B, Purdue, 39
6. Orr, Maurice, T, SMU, 48
7. Peters, Marty, E, Notre Dame, 57
8. Karpowich, Ed, T, Catholic, 66
9. Meglen, Joe, B, Georgetown (DC), 75
Llegó la hora de firmar los contratos, pero Art no pudo convencer a William Shakespeare para que jugase al football en Pittsburgh. En la década de los años 30, el football profesional no era un trabajo bien remunerado y el joven William optó por dedicarse a otra cosa. No fue algo inusual, pues el primer seleccionado, Jay Berwanger tampoco llegó a un acuerdo para jugar al football. De hecho, de los 81 jugadores que fueron seleccionados en Filadelfia, tan sólo 24 firmaron un contrato.
Algunos de estos jugadores, incluido el propio Shakespeare, participaron en una película titulada “The Big Game”, que fue dirigida por George Nicholls Jr. y producida por RKO Radio Pictures. Se trató de una adaptación de la novela de Francis Wallace del mismo nombre. Entre los jugadores que participaron en la producción, estuvieron Jay Berwanger, Bobby Wilson, Monk Moscrip, etc.
Tras este breve paso por el cine, Shakespeare se dedicó a trabajar hasta que en 1943 ingresó en el Ejército de los Estados Unidos, para participar de manera activa en la Segunda Guerra Mundial, como capitán del 424º Regimiento de Infantería, que tuvo un papel destacado en la Batalla de las Ardenas. Lo que le valió a Shakespeare para recibir varias medallas, incluida una Estrella de Bronce.
Tras la guerra, seguiría trabajando, hasta convertirse en presidente de la compañía en la se desempeñaba desde que salió de la universidad. Lo sería hasta su muerte en 1974 a los 61 años.
En 1983, fue nombrado miembro, póstumamente, del College Fooball Hall of Fame.
Nunca sabremos lo que hubiera ocurrido si William Shakespeare, el bardo de Staten Island, hubiera aceptado la oferta de Art Rooney, pero siempre lo recordaremos durante estas fechas, por ser el primer jugador elegido por la franquicia de Pittsburgh en el draft.