“La neumonía es una infección que inflama los sacos aéreos de uno o ambos pulmones. Los sacos aéreos se pueden llenar de líquido o pus (material purulento), lo que provoca tos con flema o pus, fiebre, escalofríos y dificultad para respirar”
Cualquiera que haya sufrido una neumonía sabe que tras pasar por el hospital, tan sólo te quedan ganas de seguir en la cama durante, al menos, una semana o dos. Supone un esfuerzo titánico levantarse para hacer cualquier actividad. En definitiva, estás hecho polvo durante algún tiempo.
Ahora nos vamos al 12 de enero de 1975 en Nueva Orleans, Louisiana.
80.997 almas vibran en el Tulane Stadium ante la primera aparición de los Pittsburgh Steelers en una Super Bowl, ante los todopoderosos Minnesota Vikings, que ya habían jugado dos ediciones, y eran claramente favoritos.
A la llegada a Nueva Orleans para jugar la Super Bowl, Dwight White fue diagnosticado con una neumonía severa complicada con pleuresía. Pasó la semana en la cama del hospital recibiendo antibióticos por vena, y perdió 9 kilos. Pero se levantó de la cama y se presentó ante Chuck Noll con la intención de jugar. Y nadie le dice que no a un perro rabioso (A Dwight White le apodaban “Mad Dog” por su fiereza en el campo). Era un día nublado y con viento, tampoco faltaba la humedad y la temperatura durante el partido fue de 8º C. Chuck Noll lo metió al campo, y lo que paso allí es historia del fútbol americano.
El encuentro fue dominado por las defensas de ambos equipos y la única anotación de toda la primera parte fue cuando Frank Tankerton, el talentoso quaterback de los Vikings, erró un pase a Dave Osborn y se apresuró a recuperar el balón en su propia zona de anotación. En ese momento, fue arrasado por Dwight White, que puso 2-0 en el marcador. Un safety, así consiguió Pittsburgh sus primeros puntos en una Super Bowl. Ese día, Minnesota tan sólo anotó 6 puntos, y fue debido a un bloqueo en un despeje, que Terry Brown convirtió en touchdown. Es decir, White y sus compañeros de la defensa no permitieron al ataque de los Vikings anotar ni un solo punto. 16-6 al final del encuentro y el trofeo viajó a Pittsburgh contra todo pronóstico.
El de Hampton, jugó sus años universitarios en Texas y forjó una voluntad de hierro. Fue seleccionado por Pittsburgh en la cuarta ronda del draft de 1971 y rápidamente se convirtió en un dolor de cabeza para los quaterbacks rivales. Llegó a un equipo que nunca había logrado jugar un partido de playoffs y ayudó a cambiar el destino de la franquicia para siempre.
Formó parte de la inolvidable línea defensiva de Steelers durante la década de los 70. La fabulosa cortina de acero, que fue clave en el devenir de la franquicia. Durante sus 10 temporadas en Pittsburgh se le contabilizaron 46 sacks, dos apariciones en el pro bowl y fue campeón de 4 anillos del Super Bowl.
Dejó su sangre, sudor y varios dedos rotos en el Three Rivers Stadium, y la afición acerera nunca olvidará su esfuerzo.
Por muy bien que lo haga Alejandro Villanueva, cuando veo el número 78 sobre negro y oro, oigo en mi cabeza el ladrido del perro rabioso.