Aún estamos con la resaca de nuestro partido en Irlanda, y es bueno recordar que hay nombres que, aunque no hayan estado muchos años en el campo vistiendo el negro y dorado, dejan una huella que no se borra. Uno de esos nombres es Johnny Lattner: ganador del Heisman Trophy, héroe de su comunidad, orgulloso irlandés… y, sobre todo, uno de los nuestros.

De Chicago al estrellato universitario
John Joseph Lattner nació en Chicago en 1932, en el seno de una familia de profundas raíces irlandesas. Desde joven destacó como atleta en el Fenwick High School, donde comenzó a despuntar como corredor y receptor. Pronto llamó la atención de uno de los programas más prestigiosos del país: Notre Dame.
Con los Fighting Irish no solo brilló: dominó. Su temporada de 1953 fue tan buena que se llevó a casa el Heisman, convirtiéndose en uno de los mejores halfbacks universitarios de su generación. Era veloz, fuerte, inteligente y —como buen irlandés— tenía garra de sobra. En 1979 fue elegido miembro del Salón de la Fama del Football Universitario.

El salto a la NFL: Pittsburgh Steelers
En el draft de 1954, Johnny fue seleccionado en primera ronda (séptima posición global) por Pittsburgh Steelers. Su llegada despertó gran expectación: se trataba de un ganador del Heisman, carismático y con un estilo de juego versátil que prometía electrizar a la afición acerera.
Durante la temporada de 1954, Lattner demostró su valía en múltiples facetas: corriendo, recibiendo y retornando patadas, alcanzó la impresionante cifra de mil yardas combinadas. Aunque su paso por la NFL fue breve —en parte porque su carrera deportiva se vio interrumpida por el servicio militar— dejó huella como un jugador talentoso y entregado. Era un jugador de los que hacen equipo, de los que contagian espíritu. Su valía fue recompensada con su nombramiento para el Pro Bowl de la NFL de 1954.

Servicio a su país
Después de su primer año en Pittsburgh, Johnny respondió al llamado del país y se unió a la Fuerza Aérea. Allí, durante su servicio, se prestó a jugar un partido de football y sufrió una lesión de rodilla que le impidió volver a la NFL. Fue un golpe duro, pero fiel a su estilo, nunca bajó la cabeza. Si no podía seguir brillando en el campo, lo haría en la vida.
Orgullo irlandés y comunidad
Lattner siempre llevó sus raíces irlandesas con orgullo. Participó año tras año como abanderado en los desfiles del St. Patrick’s Day Parade Chicago, convirtiéndose en un símbolo de identidad para miles de familias irlandesas-estadounidenses. Su cercanía y carácter afable lo hicieron una figura querida en su ciudad natal.
Además, fue dueño de un popular restaurante en Chicago (Johnny Lattner’s Steakhouse), un punto de encuentro donde se respiraba historia del deporte y espíritu comunitario. Trágicamente, en un incendio, el establecimiento quedó devastado y su trofeo Heisman fue destruido. Sin embargo, la organización del galardón se lo repuso, previo pago de 300$ por parte de Lattner, gesto que subrayó el cariño que el mundo del fútbol sentía por él.

Un héroe fuera del campo
En la madrugada del 17 de noviembre de 1963, se cruzó por casualidad con un incendio en un edificio de apartamentos y logró sacar con vida a 25 residentes de uno de los edificios. Y otros tantos de otro, además, cruzó el umbral de la puerta en llamas con una niña de cinco años en brazos. Su valentía fue reconocida públicamente, demostrando que su espíritu combativo no se limitaba al terreno de juego.
Familia y legado: Robert Spillane
Para los fans de Pittsburgh, hay un detalle que hace que esta historia sea aún más especial: Johnny no solo fue un Steeler… su nieto también lo fue. Robert Spillane, linebacker, vistió con orgullo el negro y dorado, llevando el apellido Lattner de vuelta al Heinz Field. Dos generaciones, un mismo equipo. Pocos legados son tan bonitos como ese. Sin duda, Spillane es el más destacado atleta de entre los 25 nietos de Johnny.

Un Heisman para ayudar
Uno de los detalles más entrañables de su historia es que Lattner alquilaba su trofeo Heisman para actos benéficos. Lo llevaba a hospitales, eventos solidarios y actividades comunitarias, convirtiendo un símbolo personal de gloria en una herramienta para ayudar a otros. No lo guardaba en una vitrina: lo compartía.

Un legado imborrable
Johnny Lattner falleció en 2016, pero su historia sigue viva. Fue un atleta excepcional, un soldado, un héroe civil, un hombre profundamente orgulloso de sus raíces y un abuelo que inspiró a nuevas generaciones. En Pittsburgh, Chicago y Notre Dame, su nombre es sinónimo de coraje y entrega.
Tal vez no jugó muchos años con los Steelers, pero los verdaderos fans sabemos que no hace falta estar una década para formar parte de esta familia. Johnny Lattner lo demostró con creces.
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