272 juegos, 178 victorias, 3 campeonatos de conferencia, 2 títulos de super bowl, 64088 yardas, 418 TD, 6 selecciones al pro bowl, 53 winning drives… Toda una vida de recuerdos.
Llegó el momento que no quería que llegara jamás. Ayer, en la última serie ofensiva de Steelers, me recorrió un escalofrío por todo el cuerpo al caer en cuenta de que era la última vez. Tras ese drive nunca más veríamos a Ben Roethlisberger.
Fue imposible no remontarme a septiembre de 2004, cuando tras una lesión en el codo, el paupérrimo Tommy Maddox salió para dar paso a un chaval de Ohio, un tal Ben Roethlisberger. Entró y le cambió la cara por completo a la ofensiva. «Pues no está mal. Me gusta. Vamos a estar bien» me dijo mi padre y así fue. Ese día nació la leyenda de uno de los mejores 10 QBs de todos los tiempos y sin duda el mejor Steeler que se haya visto. ¿Quién iba a pensar que nuestra historia duraría tanto tiempo? 18 largos y maravillosos años.
Podría hacer un post narrando tus mayores hazañas, tus momentos top, tus jugadas grandiosas, tus victorias más épicas, pero me saldría una enciclopedia y no una carta de despedida.
De alguna forma mi vida entera está ligada al 7. Primaria, secundaria, bachillerato, licenciatura, vida laboral, máster… Toda una vida. De niño a hombre, al igual que Ben que llegó como un joven desenfrenado y se va como todo un hombre de familia, con una esposa y tres hijos. Mi entorno ha cambiado, mi contexto se ha transformado infinidad de veces… Yo mismo he sido muchos Maximilianos distintos, pero hubo una cosa en estos 18 años que nunca cambió: Ben Roethlisberger siempre bajo centro. Siempre mi comandante liderando nuestras huestes rumbo a la victoria cada domingo.
La vida a veces te da golpes y muchas veces en que me sentía mal ahí estaba Big Ben para darme una alegría con su magia, su carácter y determinación.
No tengo palabras para describir lo que el 7 significa para mí. El Maximiliano de 8 años lo idolatraba y creció admirándolo. Con él siempre me he permitido un poco de ceguera selectiva. Supongo que fue menos bueno de lo que yo veo, pero para mí siempre será el mejor QB y sobre todo el mejor líder que alguien pudo tener.
Mi primer artículo de Steelers fue un jersey suyo, la posesión más preciada en mi colección es una foto autografiada por él y mi jersey favorito siempre será el que tiene el apellido Roethlisberger detrás. A mis hijas les contaré que te vi jugar y que nunca existió un hombre que nos representara tan bien como tú. Como dijiste el día de tu despedida en Heinz Field : no siempre fue bonito pero siempre encontrabas la manera de ganar y de sobreponerte a cualquier adversidad.
No habrá jamás un QB más valiente y más confiable en los clutch moments que nuestro Benjamin. Supongo que a partir de aquí esa parte «infantil» con la que vivo este deporte morirá un poco.
Nada volverá a ser lo mismo sin él. Podrán venir otros jugadores, más títulos, nuevas glorias, pero ya nada será igual. Va a ser muy raro ver el siguiente juego sin que estés ahí como siempre desde que tengo uso de razón. Adiós para siempre, viejo amigo. Te voy a echar mucho de menos.
Si todo sale bien, nos vemos en Canton en 2027 que ahí estaré para tu última parada con las leyendas del deporte, grupo del que sin lugar a dudas ya formas parte. Mientras termino estas líneas mi mente evoca los dos anillos, los tres super bowls que jugaste, el fake spike contra Dallas, los juegos back to back con 6 pases de anotación, los 4 juegos de 500 yardas, “The tackle” y muchos momentos más que tengo grabados con cincel en mis neuronas.
No puedo esperar por verte aparecer para colocarte la chaqueta dorada y gritar, ahora sí por última vez, lo que tantas ocasiones miles de voces coreamos al unísono desde distintos lados del mundo cada que te levantabas de una lesión que a otros hubiera dejado tendidos y volvías al emparrillado: BIG BEN IS BACK!
Gracias por tanto.
Nunca te olvidaré.
.